Dios Existe simplemente porque Existe
29 Tishrei 5781
La semana pasada estuvimos celebrando la Simja Torá…una de las fiestas más alegres de nuestro calendario. Y aunque este año no pudimos disfrutarlo como congregación, lo que tradicionalmente hacemos es danzar con los rollos de la Torá por el gozo que representa para nosotros tener este magnífico e irreemplazable instrumento que nos ha dado nuestro Creador para caminar durante todo el año por el camino de la vida.
La Torá es la guía para acercarnos al Creador. La Torá debe influenciar el comportamiento y el carácter de quien la estudia. Hay una frase muy bonita que dice: “la persona puede poseer sabiduría, pero la Torá posee a la persona”. Cuando el estudio de la Torá no transforma a la persona, este estudio se convierte en pura información secular.
Las últimas palabras de la Torá en Devarim nos dicen acerca de todo lo que hizo Moisés “ante los ojos de todo Israel” y el enlace se hace ahora aquí con el relato de la creación en Bereshit Sefer, el libro del Génesis, lo que nos da una señal acerca del importante papel de Israel ante las naciones. El gran rol de Israel en el mundo creado. Este enlace se asemeja a un anillo y nos recuerda que la vida es un ciclo y nuestro estudio de la Torá debe hacerse de esta manera, en círculos ascendentes. Como cuando estamos introduciendo un tornillo en la madera, le damos movimientos circulares y el tornillo va entrando en la madera de una manera circular pero cada vez más profundamente.
Hoy comenzamos de nuevo nuestro estudio de la Torá en Bereshit (בְּרֵאשִׁית), como en años anteriores, pero a un nivel más elevado y/o profundo porque ya hemos estudiado antes estos escritos y hemos tenido oportunidad en este año pasado y en los anteriores, de aplicarlos en nuestro vivir cotidiano y esto es lo que nos trae el verdadero aprendizaje, porque una cosa es la teoría y otra la práctica.
Como siempre, hay muchas cosas que podemos aprender de esta parashá. Sin embargo, vamos a enfocarnos hoy, más que en otra cosa, en el primer versículo de nuestra parashá “Bereshit”: “En el principio creó Elohim אֱלֹהִים בָּרָא los cielos y la tierra”. (GN. 1:1)
Podríamos preguntarnos, ¿por qué siendo la Torá nuestro manual, que nos ha dado el Creador para vivir, no comienza con un precepto o una mitzvá? Aunque la Torá es nuestra guía de vida, no es un compendio de mitzvot y preceptos, pues encontramos allí también muchos relatos e historias de acontecimientos que son enseñanzas que nos da el Eterno. La Torá comienza diciendo que en el principio creó Elohim los Cielos y la Tierra para exaltar el rol de Hashem como el Adon Olam אֲדוֹן עוֹלָם, el Amo del universo… esto nos habla de la soberanía de D-s. Esta soberanía se refiere a su capacidad de poner en práctica su voluntad y supremacía. El Creador tiene el poder ilimitado de ejecutar lo que haya resuelto. Nuestro Elohim quiere dejar claro que Él es el Creador de todo cuanto existe, el Boré Olam, que creó todo a partir de nada lo cual es importante tener claro para entender todo lo que se nos presenta en las escrituras. Es decir, nuestro Creador nos está poniendo en contexto para luego guiarnos hacia la obediencia a sus mandamientos.
Entender que D-s es soberano y que no hay otro más grande que Él porque no había nada antes que El en el principio y que Él es eterno y siempre ha sido, nos ayuda a comprender por qué no necesita pedir permiso a nadie para actuar y hacer lo que sea como Él lo disponga, y esto nos muestra un camino lejos de la idolatría, porque no hay otro dios como El ni fuera de Él.
En el relato de la creación, no alude necesariamente a un orden, literalmente hablando. La intención de la Torá no es presentar los eventos en forma cronológica, sino darnos instrucciones y/o enseñanzas y principios para aplicar en nuestro diario vivir. Esto también es una afirmación del infinito poder del Creador. ¿Cómo es posible por ejemplo que creara la luz en el primer día y luego en el cuarto es donde crea el sol? ¿O la creación de los días antes de crear el sol? Siendo que los días y las noches están determinados por la salida y la puesta del sol. Son enseñanzas que nos da el Creador de su inmenso poderío. El no necesita nada para crear. Todo lo creó de la nada y como quiso, porque Él no está limitado por nada.
Según los sabios, en este primer versículo dice primero los cielos y luego la Tierra refiriéndose a que lo espiritual antecede a lo material. En la interacción espíritu/materia, lo primordial son los valores espirituales, aquellos que dan un sentido real a nuestra existencia. De esta manera, la Torá abarca todo nuestro vivir, empezando por lo espiritual, pero sin olvidar lo físico.
El primer mandamiento, que Hashem da al pueblo de Israel en el Sinaí, más adelante, dice: “Yo soy el Señor tu D-s, quien te sacó de la Tierra de Egipto…” Este mandamiento incluye el requerimiento de creer en D-s como el Creador de todo. De igual manera en el segundo mandamiento nos dice “No tendrás dioses ajenos delante de Mí…porque Yo soy el Señor tu D-s…” Es como si dijera: “ningún otro dios creó el mundo conmigo”.
Ambos hablan en primera persona y de quién es D-s y su soberanía en el mundo. Tal como en Bereshit 1:1 “En el principio creó ELOHIM…” puede entenderse como nombre (o título) del Creador que denota su poderío, grandeza…otra vez, para mostrarnos lo asombroso y grandioso de la creación. El hecho de que El haya creado lo que existe de la nada nos habla de que El es Dueño de todo lo que existe y que todo tiene su origen en Él y en Él todo subsiste. El hecho de no apreciar a Hashem como Absoluto, aleja en el hombre el deseo de servirle y cumplir la Torá.
El dio inicio al tiempo, al espacio, al cosmos, a la materia, a la vegetación, a todo ser viviente, al hombre… todo…porque tenía un propósito al hacerlo. Esto lo convierte en Soberano, porque El lo hizo todo con un propósito y dirige todo para que esos propósitos se lleven a cabo.
El primer principio es estar conscientes de que hay una causa primera. Un Ser cuya existencia es absoluta. El existe porque existe. Es inconcebible que El no esté. Su existencia no tiene causa. No hay nadie que lo sostenga o lo mantenga. En contraste, todo lo demás que existe, depende de su existencia.
El hombre creado con libre albedrío es la creación maravillosa de D-s porque es el hombre quien debe decidir obedecer a D-s o no. El hombre es quien puede elevar el sentido de la creación cuando exalta a D-s y lo honra con su obediencia. Nuestro Creador lo sabía cuando creó al hombre, ya que dice: “El vio que esto era bueno EN GRAN MANERA” – טוֹב מְאֹד -(Gn. 1:31). Antes había dicho que era bueno lo creado, pero ahora expresa la grandeza del hombre el cual fue creado a la imagen y semejanza del Boré Olam. Como humanos, Hashem nos creó un de manera especial por encima del resto de la creación. El nos creó con intelecto, conciencia y libre albedrío. Por lo tanto, se nos ha concedido el gran privilegio de poder tener una relación con El, lo que conlleva a una gran responsabilidad.
Los sabios del Talmud dicen que el hombre es querido por D-s pues fue creado a su imagen y semejanza. BARUJ HASHEM! Esta comprensión de que el hombre fue creado por D-s, con un propósito que puede ser entendido a la luz de la Torá, es lo que da sentido a la vida humana. El hombre solo puede ser feliz cuando recibe la iluminación hacia el camino que debe seguir para encontrar su propósito en la vida y está revelación está en la Torá.
Si una persona no está consciente de la realidad absoluta del Boré Olam, entonces para él, la Torá con sus valores absolutos, no puede existir. Los sabios nos enseñan que para que el hombre pueda conectarse con el Creador, debe servirle y encontrar la revelación de la Torá. Es deber del hombre alcanzar la meta de la creación, corrigiéndose.
Otro punto importante en este parashá es que, aunque el mandamiento de guardar el Shabbat nos llega mucho tiempo después, aquí podemos ver como el Creador nos está trayendo desde el principio la experiencia espiritual que significa para nosotros como pueblo de Israel, el guardar el día de reposo (GN. 2:2-3). Un valor relevante en el proceso de la creación es otorgado al Shabbat. El último día de la semana, el día de reposo, es asociado constantemente con la creación del mundo.
Junto con el relato de la creación encontramos en esta parashá elementos tan importantes en nuestra vida como el error de Adán y Eva, la mortalidad del hombre, el duro trabajo tanto físico como el espiritual que implica el camino a seguir para alcanzar una conexión con el Creador, el parto con dolor, etc. Este duro trabajo del hombre por tener una buena relación con su Creador será a partir de ahora el camino que el hombre deberá seguir a través de la historia para vivir una vida feliz.
El señalamiento de que el hombre fue creado a imagen y semejanza de D-s no implica de ninguna manera que el hombre es igual a su Creador, pero que tiene atributos que le fueron transferidos por D-s, cuando insufló en él aliento de vida, su soplo. D-s creó el universo a partir de la nada y el hombre puede “recrear” a partir de lo que encuentra en el mundo creado por D-s.
Para exaltar el hecho de que el hombre es especial para el Creador, el salmista dice en Salmos 8:4-5: “¿Qué es el hombre para que de él te acuerdes? ¿O el ser mortal para que de él cuides? Lo creaste poco menos que los ángeles y lo coronaste de gloria y honra”.
Al mismo tiempo esto hace que cuando alguien destruye a un hombre atenta contra D-s mismo y destruye a toda la humanidad, pero cuando alguien rescata a un hombre exalta al Creador y rescata a toda la humanidad.
El propósito de la creación es que el hombre tenga una buena relación con su Creador y se desarrolle como persona. Tanto el hombre como la naturaleza fueron creados por un Ser intencionado. La probabilidad de que esto haya ocurrido por casualidad es infinitesimalmente pequeña. Es decir, es más fácil creer que Hashem es el Boré Olam, que no creerlo.
Finalmente, aceptar la soberanía del Creador nos va a ayudar a recibir la Torá, nuestra guía, de manera que la aceptemos como la luz que nos va a guiar para vivir y encontrar el propósito del Boré Olam para nosotros y poder así contribuir a la rectificación del mundo.
El hombre, su desarrollo y su relación con el Amo del Universo son el propósito último de la creación.
Para terminar, existe una sencilla pero reveladora historia acerca de un hombre que la preguntó al rabino Akiva: “¿Quién creó el mundo?”
“Hashem”, contestó Akiva.
“Pruébalo”, le dijo el hombre.
Akiva contestó, “vuelve mañana.”
Cuando el hombre volvió al siguiente día, Akiva le preguntó: “¿Qué llevas puesto?”
“Una túnica.”
”¿Quién la hizo?”
“El tejedor.”
“No te creo. Pruébalo”, exigió Akiva.
“Es ridículo. ¿Acaso, no te das cuenta por la tela y el diseño que un tejedor la hizo?” replicó el hombre.
“Y tú, ¿no te das cuenta de que Hashem creó el mundo?” dijo Akiva. El hombre se fue.
Cada criatura constituye una evidencia de que Hashem es el Creador de todo, el Boré Olam.
Shabbat Shalom!!! por Alejandro Alvarado