29 Nisan 5782
Para escuchar el mensaje https://youtu.be/_SMFqlB60zs
Tú hiciste que brotaran fuentes y arroyos; secaste ríos de inagotables corrientes. Tuyo es el día, tuya también la noche; tú estableciste la luna y el sol; trazaste los límites de la tierra, y creaste el verano y el invierno. (Tehilim 74:15-17).
Leemos en Bereshit que cuando el Eterno creó todo el mundo físico, estableció orden, y este orden incluye límites. Hoy en día parece que cultura occidental busca continuamente quebrantar los límites establecidos por Di´s, promoviendo distorsiones auspiciadas por la psicología positiva mal entendida, y sobre todo por el humanismo, la cual promueve el egoísmo bombardeándonos con ideas o frases como: “este es mi cuerpo”, “si te causa placer, adelante”, “no te pongas límites”, “el límite es el cielo”, etc.
Luego de haber celebrado recientemente Pesaj, este año leemos el parashá Ajarei Mot (después de la muerte), separada del parashá Kedoshim (santidad), y esta semana nuestra porción trata acerca de los límites permitidos por Di´s para que tengamos una vida plena, abundante y en paz.
Incluso nuestra vida tiene un límite, la cual dice Job 14:5 “Los días del hombre ya están determinados; tú has decretado los meses de su vida; le has puesto límites que no puede rebasar”. Y es así como inicia nuestra parashá, cuando los hijos de Aaron pensaron que podían extralimitarse con el Eterno al incumplir y ofrecer algo que Boré Olam no había requerido de ellos, y cuando se acercaron demasiado, es decir, rompieron el límite establecido por Di´s, murieron a consecuencia de sus actos.
Dice nuestra porción en Vayikrá 18:3-5:
“No haréis según la práctica de la tierra de Egipto donde morasteis; ni obraréis conforme al uso de la tierra de Canaán, adonde Yo os llevo, ni actuaréis según sus costumbres. Cumpliréis con mis juicios y mis estatutos guardaréis, siguiéndolos; Yo soy el Eterno, vuestro Dios. Y observaréis sus estatutos y mis juicios, pues cumpliéndolos el hombre vivirá por ellos; Yo soy el Eterno.”
Exactamente al obrar de manera que observemos y cumplamos la Torá, viviremos, convirtiéndonos en hombres y mujeres justos (tzadikim), convirtiéndose nuestras acciones en una puerta para nuestras almas día a día, como dice Tehilim 118:20 “Esta es la puerta del Eterno; por ella entrarán los justos”.
Estos versos de Vayikrá son la esencia de nuestras vidas diarias, ya que los límites inician estableciendo nuestros límites con relación a nuestra sexualidad, algo que las prácticas, costumbres y usos del mundo modernos, nos incitan a quebrar día a día. Vemos la exposición sexual en anuncios, en la calle con prendas de vestir que degradan al hombre o a la mujer, a la exposición en películas (¡incluso infantiles!), revistas, periódicos, radio, medios de comunicación social masivos, rótulos, entre muchas cosas, las cuales constantemente bombardean nuestros sentidos, especialmente los ojos, oídos y tacto. Se dice de parte de nuestros sabios, que la sexualidad puede llegar a convertirse en idolatría para el hombre.
Y como dice Rambam en la Mishné Torá 21, el impulso del Yetzer Hará (mala inclinación) puede hacer caer a los hombres más justos, por lo que establecer límites es necesario. No podemos considerarnos que “somos demasiado buenos para practicar a o b comportamiento sexual inmoral o amoral”, o que “somos demasiado tzadikim para no caer en tentación y permitirnos extralimitarnos un poquito”. Decía Rav Shaul a la Kehilá en Corinto: “Así que, el que piensa estar firme, mire que no caiga” (1 Cor. 10:12). Corinto no era cualquier Cosmópolis de esta época, las ciudades normalmente dentro del paganismo seguían ciertas prácticas a las cuales dedicaban sus vidas, sus trabajos, sus familias, su cultura, su educación. En este caso, Corinto era una ciudad que tenía un templo dedicado a Afrodita (diosa del amor y la belleza quién era infiel a su esposo, Hefesto). Y se dice que llegó a popularizarse su inmoralidad sexual. De hecho, la expresión “joven corintia” era sinónimo de “prostituta”, y “corintianizar” significaba vivir una vida inmoral. En comedias griegas posteriores, “corintio” se usaba ocasionalmente para designar a un borracho. De acuerdo con Estrabón, había 1,000 jóvenes esclavas como prostitutas del templo en el santuario de Afrodita ubicado en el Acrocorinthus.
Si no se establecen límites (decoro) a nuestras relaciones con nuestra familia y personas cercanas, la inclinación sexual puede encenderse y podemos llevarnos sorpresas. La Torá instruye que todas estas reglas (límites) son para tener una vida plena. Escuché recientemente una clase de Torá en donde explicaba el rabino Nathan Menashé ¿porqué inicia “Ninguno de vosotros se llegará a cualquiera de sus parientes próximos para descubrir su desnudez” (18:6)? Porque en la familia en muchas culturas es en dónde se dan este tipo de relaciones distorsionadas y donde existe mayormente la impunidad, ya que no se desea que un pariente vaya a la cárcel, arruinando la vida de dos miembros de la casa, quién cometió el error y quién recibió el error.
De hecho, se establece una consecuencia de romper estos límites cuando dice que la tierra nos puede llegar a vomitar (expulsar), como sucedió en Corinto, la cual fue destruida por los romanos por completo y literalmente sus ciudadanos fueron expulsados de su tierra, quedando hoy en día sólo ruinas y desolación.
Cuando el mundo pensó que podrían actuar como Nadab y Avihú, rompiendo los límites, comenzaron a surgir enfermedades de índole sexual, trastornos mentales, y problemas sociales profundos al destruir a las familias. A diferencia de otras creencias, el judaísmo no prohíbe las relaciones sexuales, sólo las limita. ¿porqué? Porque la sexualidad fue creada para la procreación y para afianzar la unión entre cónyuges, y con ello, lograr una vida plena.
Los límites de la Torá son sabios, si comemos mucho, nos enfermamos; si trabajamos en exceso, dejamos de ser productivos por el cansancio; si no nos desconectamos de nuestras preocupaciones diarias, nos agotamos; en fin, cada área de nuestra vida debe tener un límite, un equilibrio.
¡Qué el Eterno nos conceda aprender a vivir bajo sus límites expuestos en su Torá! Como recitamos cada Shabbat, “Ella es árbol de vida para quienes la abrazan; ¡dichosos los que la retienen!” (Proverbios 3:18).
¡Shabbat Shalom!
Mauricio Quintero