3 Tammuz 5782
Las Consecuencias de Codiciar
Para escuchar la grabación del mensaje: https://youtu.be/sonexctvV54
Cierto rico hombre dijo en una ocasión: “La gente siempre quiere que te vaya bien, pero nunca mejor que a ellos“. Muchas veces hemos escuchado la expresión “el pasto de mi vecino siempre es más verde”. Existe una metáfora acerca de un pájaro libre que desea la comida de un pájaro enjaulado. El pájaro enjaulado dice: ” tú ves mi comida, pero no ves mi cautiverio”. Lo que vemos allí reflejado es lo que llamamos “envidia”.
Se cuenta que cuando en el segundo día de la Creación, D-s separó las aguas en dos, colocando una parte de las aguas en los cielos y dejando otra parte en la tierra, las aguas de abajo se quejaron y dijeron que ellas también querían subir a los sublimes cielos en lugar de permanecer en la humilde tierra. D-s las calmó diciéndoles que, en el futuro, la sal que estaba en ellas sería ofrecida en el altar junto con los sacrificios. Según esto, la sal representa el rasgo de la envidia, porque es ofrecida como resultado de los celos que las aguas inferiores sintieron hacia las aguas superiores.
En este parashá encontramos el episodio de la rebelión de Kóraj. Kóraj induce a un motín contra el liderazgo de Moisés y el sacerdocio de Aarón. Se suman al motín Datán y Avirám y otros 250 miembros distinguidos de la comunidad. Resulta difícil establecer las causas exactas que generaron esta rebelión. Pudo haber sido que Kóraj quería protestar contra la investidura de Aarón como Cohen Gadol (Sumo Sacerdote).
A medida que transcurre el “viaje” por el desierto, se suceden una serie situaciones “fatídicas” que desmoralizaron al pueblo y que produjeron episodios de protestas, lo cual pudo haber llevado a Kóraj a erigirse en portavoz de toda la congregación y levantarse contra la conducción de Moisés, acusándolo de permanecer insensible al “sufrimiento” del pueblo. Probablemente, Kóraj sintió fuertes celos provocados por la posición de Moisés. Estos celos lo llevaron hacia su autodestrucción y a la de su grupo.
La Torá describe a Moisés como ” …un hombre muy modesto, más que todo hombre que hay sobre la faz de la Tierra“. (Núm. 12:3), por lo que podemos deducir que su posición como líder no la consiguió por su competencia en la vida, ni por su propio poder. Su liderazgo le fue otorgado por el Creador quien lo eligió, casi contra su propia voluntad. Por lo tanto, Kóraj, motivado por los celos, al revelarse contra Moisés, se estaba revelando contra D-s mismo.
Si alguna vez hemos sentido envidia de la “buena suerte” de otra persona o nos hemos sentido opacados por el éxito de alguien, sabemos que eso puede robarnos la tranquilidad y la felicidad. El Primer Mandamiento dice: “Amarás al Señor tu D-s con todas tus fuerzas, con todo tu corazón…” Y el último (pero no el menor) dice: ” No codiciarás…”.
Si creemos que D-s es bueno y que es el Amo del Universo, ¿qué nos impulsa a enojarnos por lo que otros puedan recibir del Creador? Los detonantes de la envidia pueden variar de una persona a la otra, pero en general, esto ocurre cuando, consciente o inconscientemente, sentimos una carencia, sentimos miedo, necesidad de controlar o una falta de motivación. Todos estos factores están relacionados con una falta de fe y de confianza.
La envidia nos hace ver la realidad de forma distorsionada y viceversa, una mala interpretación de la realidad nos hace sentir envidia. Cuando medimos nuestro éxito en base a lo que tenemos, nos podemos tener tranquilidad y estar felices, ya que siempre habrá alguien que tiene más y por ende implica que uno no vale tanto.
Si D-s nos dice en el Décimo Mandamiento que no debemos codiciar, debe haber una manera de poder ponerlo en práctica. ¿Cómo se hace? Hay quienes explican que la respuesta está en el mandamiento mismo: “No codicies la casa de tu prójimo. No codicies la esposa de tu prójimo, su siervo, su sierva, su toro, su burro, ni todo lo que pertenezca a tu prójimo.” Si uno analiza el versículo salta a la vista una pregunta bastante obvia: dado que concluye diciendo que uno no debe codiciar “ni todo lo que pertenezca a tu prójimo”, ¿por qué hacer una lista de cosas específicas? ¿No estarían ya incluídas en “todo lo que pertenezca a tu prójimo”?
Una explicación puede ser que la manera de dejar de envidiar a alguien por algo que tiene es poner las cosas en perspectiva. ¿Te gustaría tener todo lo que tiene? Puede que lo que ves sea envidiable, pero ¿qué sabes de las cosas de su vida que no están a la vista?
Manejar la envidia requiere de un patrón de comportamiento contrario a ella, que se basa en la fortaleza personal, la modestia y la humildad, es decir, un cambio de actitud que nos va a permitir convivir con la realidad de no tener ahora mismo aquello que deseamos, además de permitirnos el reconocimiento de que hay otros merecedores de los logros que anhelamos. De ahí su relación con Emunah y Bitajón. Debemos cambiar nuestra perspectiva de lo que es “poseer” o ” tener”.
En hebreo no existe el verbo “tener”. Es porque en realidad lo que “tenemos” no es nuestro. Algo existe y eso está conmigo “hoy” pero no soy propietario, sino que yo soy colaborador con el Creador para hacer que esa cosa cumpla una función en el mundo. Esta perspectiva es muy difícil de aplicar, pero nos ayudará mucho a ser más humildes.
Los celos (la envidia) dificultan la capacidad de una persona de percibir la Divina Providencia. Si realmente creemos que D-s todo lo calcula, hasta el último detalle, no habría ningún lugar para la envidia. ¿Cómo se podría estar celoso de lo que el otro tiene, cuando se sabe que Hashem decide que esa persona lo necesita o merece esa cosa? Una manera de trabajar en nuestra Emuná es por medio de desarraigar cualquier sentimiento de envidia o el deseo de ser honrado. Esta es una tarea muy difícil de lograr, porque la mayoría de las cosas que hacemos en la vida de alguna manera están conectadas a algún tipo de engrandecimiento personal. Sin embargo, ser conscientes de los efectos perjudiciales de estos rasgos negativos constituye un gran paso en la dirección correcta. Conozcamos nuestro lugar y respetemos a quienes merecen respeto, confiemos en que HaShem es bueno y todo lo hace para nuestro bien. Esta es la lección de la rebelión de Kóraj.
Shabbat Shalom!!!
Alejandro Alvarado