6 Tishrei 5783
¿Qué Significa “Temer a Dios”?
Para escuchar el mensaje : https://youtu.be/KO6a4hwU4YE
El contexto de esta porción es de acuerdo con los sabios el último día de vida de Moshé en este plano físico-material. En este sentido, al leer estos versos está hablando una persona que tiene conciencia de que va a morir ese mismo día, hablando de lo más profundo de su ser a las personas a su alrededor. Bajo este contexto si estamos en esta misma posición, ¿de qué hablaríamos? ¿hablarían de quién asumirá el liderazgo de su negocio? ¿Hablarían de que guarden tu mejor ropa, joyas o tus cuentas bancarias? ¿hablarías de la serie que estás viendo? ¿de la cuenta que aún no has pagado? ¿de tus logros? ¿de tus bienes? Parecería que todo a tu alrededor carecería de sentido, y lo que quisieras hacer sería reunir (hakhel– Devarim 31:12) a tus seres queridos para dar tus últimas palabras que resuenen en la memoria de ellos, que estén presente con ellos cada día y así, no seas olvidado en la tumba, en el sheol.
Moisés reúne a todo el pueblo a su alrededor, y dice nuestra porción de que congrega a los ancianos, a los sacerdote, a los levitas, al pueblo, y se centra en dar su discurso final, hablando acerca de Yirat Hashem, el temor a Dios. Este mensaje que Moisés está tratando de infundir al pueblo de Israel, es porque es el elemento esencial y que nos nutre día a día con vida. Antes, en Devarim 10:12 hizo esta pregunta: “Ahora, Israel, ¿qué es lo que Hashem, tu Dios, exige de ti? Sólo que temas a Hashem, tu Dios…” Y en esta porción de Devarim 31:12-13 dice: “Congregarás al pueblo, a los hombres y a las mujeres y a los niños, y a tu extranjero que habita dentro de tus ciudades, para que oigan y aprendan, y así teman al Eterno, vuestro Dios, y guarden todas las palabras de esta Ley para cumplirlas; y para que los hijos de ellos que no tuvieron conocimiento de estas cosas, oigan y aprendan a temer al Eterno, vuestro Dios, todos los días que viviereis sobre la tierra adonde vais, pasando el Jordán, para tomar posesión de ella.”
Al analizar este verso central, parece que las personas religiosas se esfuerzan mucho en este resultado: Cumplir. Pero ¿para qué deseamos cumplir? Me encantó una lectura del Rab Noaj Weinberg que dice: “Servirle a Hashem por temor es inadecuado, porque implica que no entendemos el sentido y el beneficio de actuar en nombre de la voluntad de Hashem. Nos convierte en mercenarios, cuyo enfoque está más en la paga a recibir que en hacer lo correcto”. Al analizarme a mí mismo, he descubierto que en más de una oportunidad he sido un “mercenario” en lugar de un “hijo”, que busca hacer lo correcto, no por temer a Dios, sino por evitar consecuencias, por lo que mi motivación y mi intención no ha sido la correcta. Tener una incorrecta motivación, equivale a vivir con culpa, miedo, frustración, amargura de corazón, tristeza, ansiedad y depresión. ¿Por qué? Porque te levantas día a día diciéndote: “no puedes cumplir”; “eres incapaz”; “no sirves para nada”; “por más que te esfuerces, no cambias”; “eres hipócrita”; “pierdes tu tiempo”; “te autoengañas”; “Ni Dios te quiere”; “El árbol torcido no se endereza”, entre tantas voces internas y externas.
Retornando al verso 12 y 13, nos enseña que el proceso correcto es el que enseña Moisés: Unidad + Escuchar +Aprender + Temer es la clave para guardar y como consecuencia de guardar, al final habrá cumplimiento de los mandamientos. Es decir, todo cumplimiento que no sigue este proceso será vacuo, será sin sentido, y sólo podrá alimentar al ego y a la arrogancia de quién lo cumple.
Cuando existe unidad, desde el más pequeño hasta el más anciano, sin importar su origen o sexo, es muy clave en el proceso. En la unidad me doy cuenta de que no soy el centro del universo, estoy al mismo nivel que los demás, soy humilde para aprender. Sin unidad, no puedo practicar los mandamientos o el Jesed(bondad) en otros. Por otra parte, imagínese qué caos sería una sociedad que tiene leyes distintas y que cada quién hace lo que mejor que le parece, es decir, sin unidad, ¡sería como el caos en los tiempos de los Jueces de Israel! Por ello la unidad no es sólo vivir físicamente dentro de un mismo espacio, también implica vivir bajo las mismas reglas, aceptarlas, practicarlas y tener la misma forma de pensar y valores. También, nos unimos con un propósito, y en este caso es escuchar.
Escuchar implica respeto, reverencia, humildad porque debo frenar mi boca y adoptar una posición pasiva para dejar que otro hable ya sea porque es más sabio o porque es necesario que yo calle para dar espacio a mi mente para aprender, implica madurez para entender que no nací “sabelotodo”, y una sensibilidad tal, que permita que estas palabras entren de mis oídos a mi cerebro y se guarden dentro de mí alma.
Aprender, requiere de un alumno y de un maestro, ya que el proceso de aprendizaje no está completo sin estos dos elementos, por ello dice Pirkei Avot 1:1 “Moshé recibió la Torá en el Monte de Sinaí y se la transmitió a Iehoshúa, y Iehoshúa se la transmitió a los ancianos; los ancianos a los profetas, y los profetas la transmitieron a los miembros de la Gran Asamblea. Ellos dijeron tres cosas: Sean prudentes en el juicio, formen muchos discípulos, y hagan un cerco para la Torá”. El proceso de aprender implica responsabilidad activa, porque el maestro que enseña y no practica se convierte en un origen de desprecio a la Torá y a Dios, como aquel de quien dice la Tora que es semejante al que pone obstáculos en el camino del ciego. También el alumno que no aspira a reproducirse en otros es un malvado, porque conociendo el bien, no lo enseña, actúa de manera egoísta. Este proceso de convertirse en maestro conlleva al temor al Cielo, porque enseñando tomamos conciencia de nuestro rol en este mundo, logramos escucharnos acerca de lo que decimos y nuestra psique fue diseñada para evitar una disociación de la personalidad, es decir, somos seres diseñados para vivir en armonía, en integridad entre nuestras palabras y acciones creando este “cerco” para la Torá, es por ello de que cuando no existe armonía en nosotros mismos hay caos. Un cerco es una protección para que lo de adentro no salga hacia afuera.
Temor, en hebreo, Yirat, tiene también un significado que implica “ver”. Ver, es tener conciencia de que somos vistos a cada momento lo que nos permite crear cercos, como dice Pirkei Avot 2:1 “Mira tres cosas y no caerás en manos del pecado: Hazte consciente de lo que hay sobre ti, un ojo que ve, un oído que escucha y todas tus acciones son escritas en un libro”. Existe una historia del Jafetz Jaim que indica que en cierta oportunidad iban en una carreta con otro hombre, y pasaron por un lugar en donde había frutos agradables al ojo y apetecibles. Como consecuencia de la tentación, el hombre le dice al Jafetz de que el bajaría a recoger frutos de un campo que no les pertenecían, y que le hiciera el favor de avisarle si había alguien estaba observándolos, obviamente para no cortar los frutos, ser descubiertos y ser hallados culpables. Cuando el hombre se bajó a cortar los frutos el Jafetz comenzó a gritar: “¡Está viendo! ¡Está viendo!” …. Esto hizo que el hombre se subiese a la carreta nuevamente, y no tomara los frutos. Al ver el campo, observó que no había nadie a su alrededor, recriminando al Jafeftz Jaim: “¡Me mintió! ¡Nadie está mirando!”. Ante esto, le contestó el Jafetz: “¡Por supuesto que sí! Hashem siempre lo está viendo, el ve todo”.
El Rabino Ami Silver, enseña esta definición: “El temor es aquella conciencia de que yo no tengo el control sobre mí mismo o sobre el medioambiente que me rodea, que estoy a la merced de una fuerza desconocida, porque he perdido la sensación de seguridad o de que tengo el control de una situación, es esa fuerza externa que produce este sentimiento de temor”. Cuando llegamos a este reconocimiento de que no tenemos el control, viene a nosotros el Yirat Hashem, aquel profundo conocimiento de que existe una fuerza, un Creador, un Dios quien controla todas las realidades, quien sostiene el cosmos y cada una de nuestras vidas en sus manos. Esta conciencia, divide nuestras relaciones con nuestro prójimo con respecto a la relación con el Eterno, porque establece un vínculo basado en quiénes somos y quién es Hashem. Esta experiencia que han pasado todos los grandes nombres en el Tanaj, es llegar a este reconocimiento, lo vimos en Abraham cuando sale Ur a lo desconocido, lo leímos en Itzaj cuando sería sacrificado, en Yaakov cuando debió enfrentar sus temores, en Moisés en la zarza para enfrentar a un Imperio, en las parteras en Egipto cuando se negaron a asesinar a los bebés hebreos.
Esta conciencia la vemos reflejada en esta porción, empezaré indicando el verso 30:3 “El Eterno, tu Dios, El pasará delante de ti; El destruirá estas naciones de delante de ti, y tú las desterrarás; Josué, él pasará delante de ti, como lo ha dicho el Eterno.” Aparentemente no dice nada profundo, pero si analizamos, ¿quién pasaría primero? En el plano humano Josué, pero realmente a Israel Moisés le está diciendo, “no serán sus líderes, no será su ejército, ni el pueblo, será Boré Olam, tu Dios, Él irá delante de ustedes”. Es decir, no será tu capacidad militar, ni siquiera Israel habría de destruir a sus enemigos, ellos sólo los desterrarían lo que implica que la gente huiría de estos lugares e Israel les reemplazaría en la tierra. La enseñanza es que no tengo el control militar, no tengo el control de la situación sobre otras personas, dependo de Hashem, Él tiene el control.
Segundo, hace referencia en el 31:10-11 a la shemitá, el séptimo año que no se produciría la tierra, no equivaldría a holgazanear, les dice que se reunirían y se leería toda la Torá a todo Israel, a oídos de ellos. Acá lo que existe es que en ese año no tendrían el control financiero de ellos mismos, debían de depender de los alimentos que el Eterno proveería y tener la confianza de que Él les sustentará. Es decir, no tengo el control de mi sustento, de mi economía, de mi fuerza laboral. Cuando llego a esta conciencia, estoy listo para “escuchar al oído”. ¿alguna vez te han hablado al oído? Es muy raro, pero requiere nuestra concentración como cuando te pasan un mensaje privado.
Tercero, en otra oportunidad se dio el Hahkel, y esto fue en el Monte Sinaí, cuando el Eterno se manifestó en forma de fuego, truenos, portentos hechos, maravillas. Hoy similarmente son reunidos y Dios se aparece (31:15) en forma de Nube en medio de ellos. Estar frente a Dios produce una parálisis física por lo atónitos que quedamos delante de Él, es decir, no tengo el control de mi cuerpo, de los elementos que sustentan mi cuerpo, ni de mi alma. Tehilim 76:7 dice: “Tú, sólo tú, has de ser temido; ¿y quién podrá estar en pie en tu presencia en el momento de tu ira?” Tehilim 24: 3 dice: “¿Quién subirá al monte del SEÑOR? ¿Y quién podrá estar en su lugar santo?” Malaquías 3:2 dice: “¿Pero quién podrá soportar el día de su venida? ¿Y quién podrá mantenerse en pie cuando El aparezca?” Cuando existió este temor sobre nuestro cuerpo y vulnerabilidad de nuestra naturaleza humana, hubo espacio para las 10 palabras, y esta debe ser la base para escucharlos y practicarlos. Es hasta que reconocemos que Él realmente está en control de todo, es cuando se forma un pacto (relación) con cada uno de nosotros.
Cuarto, Moisés hizo reunir al pueblo (31:28) indicando que sabía que perderían el temor al Cielo, por lo que expresará su último discurso en forma de canción la cual leeremos en Haazinu. Atando cabos, llego a la conclusión de Isaías 33:6 “Él será la seguridad de tus tiempos, te dará en abundancia salvación, sabiduría y conocimiento; el temor del Señor será tu tesoro”. Cuando tememos, guardamos. Me recuerdo que en cierta oportunidad de pequeño mi padre me envió a un banco a cambiar una cantidad bastante grande de dinero, al salir del banco hasta que entregué el dinero, no vacilé en detenerme, distraerme, gastar, o hacer tonterías mientras tuve el dinero de mi padre, ¿por qué? Porque había temor en mí de defraudar a mi padre, de perder el dinero, de hacer lo incorrecto. Al momento que guardé prudentemente lo que no era mío, cumplí. Cuando perdemos la conciencia del Temor al Cielo, no guardaremos, no apreciaremos, y sucederá lo que Moisés dijo en el verso 29 “Porque yo sé que después de mi muerte os corromperéis ciertamente, y os apartaréis del camino que os he ordenado”. Nuestra Haftará en Malaquías 2:5-6 dice: “Mi pacto con él era de vida y paz, y se las di; era también de temor, y él me temió, y mostró ante mí profunda reverencia. En su boca había instrucción fidedigna; en sus labios no se encontraba perversidad. En paz y rectitud caminó conmigo, y apartó del pecado a muchos.”
Dios desea que este año 5783 sea lleno de vida y de paz, pero también nos ha dado el regalo del temor y de la capacidad de elección, de mostrar profunda reverencia. ¿quieres ser inscrito en el libro de la vida este año? Comencemos por mostrar profunda reverencia, hablar fidedignamente y mostrar temor al Cielo.
Shabbat Shalom.
Mauricio Quintero