¿Qué nos hace diferentes?
En la porción de esta semana, Vaetjenán – וָאֶתְחַנַּן – (y supliqué), relata uno de los discursos emotivos y más profundos de la historia, es el mensaje personal de Moshé para su querida nación: Israel. Dios le había permitido subir a contemplar la tierra de Israel, pero no sólo vio la tierra físicamente de Israel, sino que también se le revela el futuro de la nación, por lo que Moisés habla en un presente continuo a todas las generaciones de su pueblo, es decir, no sólo fue un mensaje para la generación hace 3,000 años aproximadamente, sino que es y seguirá siendo vigente para todas las generaciones de nuestro pueblo.
Si tuviese la oportunidad de despedirme de mis seres queridos, trataría de impregnar realmente a la actual generación y generaciones venideras, aquellas palabras que den consuelo, fuerza, sabiduría, inteligencia, pero sobre todo impregnaría un poco de mí en ellos, para que así, puedan desarrollar una vida plena, una vida “llena de vida”. Exactamente así, es como leo que Moshé está tratando de transmitir su esencia a las futuras generaciones para seguir viviendo aún hoy en día, entre su pueblo.
En todo proceso comunicativo, existen siempre dos personajes, el locutor y el receptor. De pequeño padecí levemente de déficit atencional y dislexia, por lo que tuve que desarrollar la capacidad de concentrarme en la lectura, escritura y sobre todo en las conversaciones, síntoma que aún hoy en día me cuesta mucho mantener la atención en las conversaciones. Aprendí que debía aislar el sonido, ver y entender cada letra que leía y sobre todo mirar a la boca o a los ojos fijamente, lo cual era muy difícil de mantener en una escuela con 30 niños en el aula, con pájaros, con lluvia o con cualquier otra distracción, por lo que mis castigos en el aula eran relativamente recurrentes. Con el tiempo mejoré gracias al Eterno, ya que no existía como hoy en día una psicología y neurociencia avanzada y la pedagogía no estaba tan bien desarrollada con enfoque de bienestar a los niños. Mientras leía esta porción, pude enlazar los mandamientos que nos hacen diferentes a los otros pueblos y que generan admiración de toda la humanidad la cual nuestro rabino Yeshúa hace referencia en Marcos 12:29-31 cuando respondió una pregunta sobre el mandamiento más importante, diciendo, “El más importante es: Oye, Israel. El Señor nuestro Dios es el único Señor, Ama al Señor tu Dios con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente y con todas tus fuerzas”, y “El segundo es: Ama a tu prójimo como a ti mismo. No hay otro mandamiento más importante que estos”.
Al analizar esta respuesta, vemos que las 10 palabras están incluidas en estos dos mandamientos, los primeros cinco están incluidos en el Shemá que son del hombre a Dios, y los otros 5 mandamientos en la relación del hombre con nuestro prójimo.
Ahora bien, quisiera enfocarme en el hecho que en Devarim aparece más de 90 veces la palabra “shamá” שָׁמַע, que infiere en castellano a equivalente a escuchar, poner atención, oír, atender, hacer caso, obedecer, entender, es como internalizar en nuestro subconsciente y consciente las palabras del Eterno. Y su forma imperativa de este verbo, “shemá” שְׁמַע, implica acción y obediencia. En Devarim 5:29 y 6:3 nos dice el propósito de escuchar: “Para que nos vaya bien a nosotros y a nuestros hijos”, y esta característica nos hará diferentes en el mundo como indica el 4:6 “Y los guardarán y los cumplirán, porque en esto consistirá vuestra sabiduría y vuestra inteligencia a los ojos de las naciones, las cuales oirán todos estos estatutos y dirán: Ciertamente es esta gran nación, pueblo sabio y entendido.” Por ello el salmista escribió en el Tehilim 119:160 “La suma de tus palabras es la verdad; tus rectos juicios permanecen para siempre.”
Mientras meditaba en ello, me recordé lo difícil que era para mí enfocarme, y pensé, ¿existirá este déficit atencional también en el mundo espiritual? Según dicen los cabalistas, el mundo físico también es un espejo del mundo espiritual.
Según el Centro de Control y Prevención de enfermedades, el TDAH (Trastorno de déficit atencional e hiperactividad) afecta al ser humano en su capacidad de prestar atención, controlar conductas impulsivas (actuar sin pensar) o vivir demasiados activos. Si bien es cierto no quisiera dar una clase sobre este tipo de déficit, es importante me parece conocer sus orígenes que pueden ser biológicos (Genética), o externos (lesiones cerebrales, exposición a medio ambiente, consumo alcohol- drogas durante embarazo, parto prematuro o bajo peso al nacer). [1] Las conductas asociadas es la fantasía (no vivir la realidad presente), olvidar con frecuencia, hablar mucho (no ser bueno escuchando), cometer errores innecesarios o por descuido, problemas para resistir la tentación, no respetar los turnos, no llevarse bien con otros. Según la medicina de hoy en día, no existe una “cura” para este tipo de trastorno, y según sea su nivel podemos aprender a vivir con ella, como yo lo he hecho hasta el día de hoy.
Retornado a las palabras que Moshé repite continuamente, pude percibir que el mundo de hoy vive con un TDAH espiritual, ya que los síntomas que presenta este tipo de trastorno están presentes en Israel a quién dirigió sus palabras y al mundo moderno:
Olvidamos con frecuencia los mandamientos, los cuales a diferencia de un TDAH que es involuntario, muchas veces los omitimos con intención de olvidarlos. ¿porqué? Porque no deseamos vivir con culpa o dolor por su transgresión.
Vivimos en un mundo de fantasía, esta semana observé en mi casa cómo hay ciertos momentos del día en el que tenemos 5 pantallas encendidas y sólo nuestra perrita está conectada con nosotros. He decidido poner fin a ello, para reconectarnos. Las familias hoy en día viven fantasías, viven lejos de su realidad, tratando de vivir una vida que no pueden sostener (apariencia) ni física, económica, psicológica o socialmente. ¡Cuántos viven una mentira a diario por tratar de no enfrentarse a sí mismos!
Lesiones espirituales o en el alma. Mucho de nuestro déficit espiritual proviene de experiencias pasadas, las cuales han dejado una lesiones, llámese estas de tristeza, de odio, de rencor, de falta de perdón, de enojo, de ira, de desconfianza, de apatía, de frustración, de inutilidad, de bajar los brazos, entre muchos otros nombres que podría seguir hablando.
Exposición a toxinas del medio ambiente. Lo vivimos diariamente en lo que la TV, Internet, redes sociales, radio, anuncios, periódicos nos bombardean, con ideas que van en contra de la Torá y de una vida plena.
Hiperactividad: A esto le llamaría “afán”. Baste cada día su afán dijo nuestro rabino (mateo 6:34) lo que genera una ocupación innecesarias en nuestra mente antes de que suceda las cosas “pre-ocupación”, y a su vez genera estrés. El afán es moverme sin sentido, sin necesidad, de la incapacidad de meditar o quedarme quieto un minuto. Muchas veces detrás de este afán sólo se encuentra un vacío en el corazón, que lo intentamos llenar con ocupaciones. ¡Meditemos! Como dice Tehilim 119:97 “!!Oh, cuánto amo yo tu Torá! Todo el día es ella mi meditación. Me has hecho más sabio que mis enemigos con tus mitzvot, Porque siempre están conmigo.”
Vicios: si bien es cierto podemos hablar de drogas, alcohol que son adicciones a sustancias químicas, pero también existen hoy en día otros vicios que son más sutiles y aparentemente inocentes como la dependencia a las redes sociales, a un celular, a los videojuegos, internet, al sexo, de ingestión (anorexia, bulimia, comedor impulsivo), religión, a relaciones (codependencia), juegos de azar en donde realizamos una estimulación alta al sistema dopaminérgico mesolímbico.
Conductas impulsivas: nuestro rabino Netanel Ben Yojanán, siempre nos invitó a pensar antes de actuar, a pensar por nosotros mismos (llegar a nuestras conclusiones) y aprender de otros. Pensar cuesta mucho cuando nos volvemos esclavos de nuestro YO o de nuestros impulsos (Yetzer Hará nuestra “mala” inclinación la cual es necesaria y no es mala en sí o nuestro Yetzer Tov).
Me parece que ningún ser humano estará capacitado para llegar a eliminar su humanidad o este déficit atencional espiritual, pero podemos aprender a vivir con ello si solamente prestamos atención a las palabras. Uno de mis versos favoritos de la Torá lo leemos en esta porción, la cual me da un consuelo muy alto porque podemos aprender a superarnos en la vida, dice en el 4:27-31 “Y os esparcirá el Eterno entre las naciones, y quedaréis pocos en número entre las naciones adonde os llevará el Eterno. Y serviréis allí a dioses que son obra de manos de hombres, de madera y de piedra, que no ven, ni oyen, ni comen, ni huelen. Y buscaras desde allí al Eterno, tu Dios, y le hallarás, con tal de que le requieras con todo tu corazón y con toda tu alma. Cuando te vieres en angustia. y te sobrevinieren todas estas cosas, entonces en los postreros días volverás al Eterno, tu Dios, y le obedecerás. Y puesto que el Eterno, tu Dios, es un Dios misericordioso, no te dejará caer, ni te destruirá, ni se olvidará del pacto que juró a tus padres.” Y si esta porción la conectamos con lo que dice el profeta Isaías en nuestra Hafatará en Isaías 40:1 “¡Consuelen, consuelen a mi pueblo!”, nos daremos cuenta, que Dios sólo desea que vivamos una vida plena, una vida fructífera y llena de bien.
¿Estamos dispuestos a escuchar (obedecer) al Eterno? ¿A ser diferentes?
¡Shabbat Shalom! Sr. Mauricio Quintero
[1] https://www.cdc.gov/ncbddd/spanish/adhd/diagnosis.html American Psychiatric Association: Diagnostic and Statistical Manual of Mental Disorders, 5th edition. Arlington, VA., American Psychiatric Association, 2013.