¿Somos transparentes ante Dios y el hombre?
Esta semana terminamos Sefer Shemot con esta doble Parashah Vayakhel-Pikudei. Este parashá cuenta cómo Moisés reunió (Vayakhel) al pueblo de Israel para darles ordenanzas acerca del santuario y enfatiza una vez más la importancia de guardar el Shabbat. Incluso las labores de construcción del Mishkán deben suspenderse durante el Shabbat.
Cuando se les pide que contribuyan al fondo de construcción del templo, los hijos de Israel responden muy generosamente. Es tanta la generosidad del pueblo, que los maestros constructores le piden a Moisés que suspenda la colecta, porque habían recaudado más de lo que necesitaban. Moshé recolecta oro, plata, piedras preciosas, cueros de animales y tejidos para los distintos elementos del Tabernáculo, así como también, incienso y aceite de oliva para la menorá y para las unciones. Los príncipes de cada una de las doce tribus de Israel traen piedras preciosas para el pectoral y el efod del Cohen HaGadol.
Un grupo de artesanos con “Jojmat lev” (“Sabiduría de corazón”) son designados para la construcción, liderados por Betzalel. ¿Que características tenía Betzalel que lo transformaron en el constructor del tabernáculo? Nos dice la Torá que Hashem lo llenó de inteligencia, habilidad, y conocimiento. Es decir, él tenía el conocimiento adquirido de otros, las experiencias personales que lo habían hecho crecer y la inspiración del Creador para actuar correctamente. Estas son características que abarcan los diversos ámbitos de la vida. Como seres humanos, estamos continuamente construyendo, tanto física como espiritualmente. Que importante es, entonces, construir con estas características: aprender constantemente de nuestro prójimo, atesorar las experiencias vitales que nos toca vivir y generar ideas que nos ayuden a crecer como seres humanos incorporando la presencia y la inspiración del Creador en lo que hacemos.
Al finalizar la construcción, Moisés da una detallada rendición de cuentas (Pikudei) acerca de qué, cuánto y en qué se utilizaron los recursos. Este Santuario acompañaría al pueblo a lo largo del desierto y durante la entrada a la Tierra Prometida. Estaba formado por varias partes y también tenía diferentes nombres. La primera parte, el Mizbeaj, tenía forma cuadrada, como una mesa y estaba ubicado por fuera del mismo, generando la primera conexión con lo divino. Dándonos la idea de encontrar en nosotros la necesidad de ofrecer algo. Luego el santuario aparece como Mishkán, que es la “residencia” propiamente dicha. Es cuando estamos listos para entregar nuestra ofrenda y hacemos propio este lugar. Es el lugar para encontrarnos a nosotros mismos.
Y finalmente, la Tienda de Reunión (Ohel Moed) la cual Moisés tomaba y tendía fuera del campamento. Nos enseña la importancia de encontrarnos con un otro para hacer juntos una mejor ofrenda.
De esta manera, construyendo el templo el pueblo podía encontrar algo para ofrendar, un lugar de residencia y compañerismo en el trabajo de construcción.
En la parte más recóndita del Mishkán, se encontraba el Arca del Testimonio, que contenía las tablas de la Torá. ¿Por qué el Arca del Testimonio debía estar ‘escondida”, oculta por una cortina en el Kadosh Kedoshim, donde solo el Cohen Gadol tenía acceso, una vez al año? ¿No habría sido preferible que estuviera a la vista de todo Israel para que pudieran acordarse de que el hombre fue creado para dedicarse a la Torá?
Esto es para que el hombre busque cada día la verdad hasta encontrarla. La Torá se encuentra al alcance de todos, está cercana a todos, pero “oculta por una cortina” que nos enseña que debemos esforzarnos por estudiarla y encontrar lo maravilloso de su contenido, sobretodo en nuestros días, en que no tenemos el Beit HaMiqdash, el hombre tiene que esforzarse en “alcanzarla” para despertar en sí mismo la conciencia de su propósito en el mundo, y esto lo llevará a la acción, a vivir a la luz de la Torá. La Torá está casada con el pueblo de Israel y mantiene con él una relación de alianza y compromiso. Cada uno de nosotros es capaz de descubrir los tesoros de la Torá siempre y cuando dirijamos nuestro corazón al Cielo. Cuando miramos hacia arriba, El creador “mirará hacia abajo” e iluminará nuestros ojos con la luz de su Torá.
Al final de la Parashá Pikudei, después de terminar el Mishkán, los utensilios y la vestimenta de los sacerdotes, Moshé hace un recuento y una enumeración exhaustiva y precisa de todas las contribuciones y de todo lo confeccionado. Inspecciona el trabajo, advierte que todo fue hecho de acuerdo con lo ordenado por D-s y bendice al pueblo. Hashem habla con Moisés y le dice que el Mishkán debe ser inaugurado el primer día del primer mes (Nisan) y le explica el orden en el que debe ser armado.
Moshé Rabenu sintió la necesidad de enseñar al pueblo que hacer un examen de conciencia es algo indispensable porque tiene la capacidad de hacer comprender a la persona los errores que ha cometido y llevarlo a buscar la manera de corregirlos. Moisés quería enseñarle al pueblo que durante toda la vida debían analizar sus propios actos y revisar su templo interior, corroborar si están yendo por el camino de la Torá o si se han alejado del mismo. Cuando la persona realiza un examen de conciencia tal como lo hizo Moshé Rabenu al presentar un análisis detallado de todas las donaciones recibidas, tiene el mérito de ser elevado tal como el Mishkán.
Cuando el Mishkán quedó listo, con cada elemento en su lugar correspondiente, descendió una nube como señal de que la Presencia Divina se había posado sobre él. De noche la nube es reemplazada por una columna de fuego. En nuestros días, esta nube y/o columna aparece sobre nosotros con el trabajo correcto y con la honestidad. Al rendir cuentas de su trabajo bien hecho, Moisés también quería mostrar su integridad. Esto es muy importante porque no solamente los demás tenían la obligación de juzgarlo favorablemente en cuanto a lo recolectado y al trabajo hecho con eso, sino que al mismo tiempo era su responsabilidad evitar una situación donde los demás pudieran llegar a una conclusión equivocada. Como dice en Proverbios 3:4: ” Debemos encontrar favor y entendimiento a los ojos de D-s y de los hombres”. En el caso de Moisés, había una necesidad particular de transparencia. El sabía que los ojos de todos estaban sobre él. Por lo tanto, si bien todos nosotros debemos actuar de esta manera, se espera aún más de nuestros líderes.
El Tabernáculo y los utensilios aluden a la persona misma y al servicio Divino que recae sobre ella. El cuerpo de la persona es considerado como un pequeño santuario.
Cuando la persona vive de acuerdo con la Torá, la Presencia del Creador reposa sobre ella. Permita el Creador que cada uno de nosotros se convierta en un “Arca Sagrada” que contenga la Torá en su interior para que así podamos transitar por un camino de luz y podamos ser luz a las naciones. De esta manera estaremos cumpliendo nuestra misión de rectificar el mundo, Tiqqun Olam.
Shabbat Shalom!!
by Alejandro Alvarado