Y si No es Ahora, ¿Cuándo?
27 Jeshvan 5781
Bereshit (Génesis) 23:1-25:18
La Parashá de esta semana comienza hablándonos de la vida de una mujer que ha muerto. Una inmensa paradoja. Sin embargo, podemos decir que este parashá habla de la vida de Sara por los acontecimientos que aquí se narran: “Sarah muere a los 127 años y Abraham compra la cueva de Majpelá para enterrar a su mujer allí.” Abraham envía a su sirviente a buscar una esposa para su hijo Itzjak. El sirviente elije a Rebeca (Rivka), al ver que ella ofrece agua para él y sus camellos. Este gesto de bondad la convierte en la segunda matriarca del pueblo judío. Rebeca e Itzjak se conocen y se enamoran a primera vista. Con este amor Itzjak encuentra consuelo por la muerte de su madre Sarah. Finalmente Abraham muere a los 175 años, y es enterrado por sus hijos Itzjak e Ishmael en el mismo lugar que Sarah.
El hecho de que aquí la Jayei Sarah podría traducirse como ” las vidas de Sara” hace referencia a la trascendencia de la vida de Sara aún más allá de su muerte y nos enseña que nosotros mismos podemos extendernos más allá e influenciar la vida de muchas otras personas. Lo que leemos aquí es la vida de Sara. Es decir, Sara vivió para eso y se puede interpretar” las vidas de Sara” como todas las facetas o etapas en la vida de Sara: niña, hija, madre, esposa. Y también tenemos su vida como politeísta y luego monoteísta. Pero lo importante es que su obra, su vida trascendió más allá de su muerte. Lo relevante para Sara era su hijo y la continuidad del pueblo judío . Eso es lo que transcendió de su vida. Porque, ¿qué es la muerte? aunque es algo que, científicamente, aún no es del todo comprendido en su conjunto, entendemos que es algo que está indisolublemente ligado a la existencia.
¿Podríamos decir que la muerte es el final de la vida?
¿Para qué sirve la muerte? O planteado de otra manera, ¿Cuál es el sentido de la vida?
En este parashá, que comienza con la muerte de Sara a los 127 años, podemos aprender mucho acerca de la vida de Sara. Ella fue una mujer llena de valor y de carácter. Pasó de ser politeísta a creer que Hashem era el único D-s. Dejó su tierra y su familia para seguir a su esposo. La Torá nos habla, también, de la belleza de Sara. El Talmud dice que Sara era tan hermosa que las demás mujeres parecían monos delante de ella.
Algo interesante, es que en el hebreo, cuando en Bereshit se habla de los años que vivió Sara, dice literalmente, “cien años, veinte años y siete años de la vida de Sara”. ¿Cuál es el propósito de separar la edad de Sara de esta manera? para Ramban, esto no tiene ninguna relevancia pues según él, esto es parte del lenguaje hebreo. Sin embargo, en mi opinión es que cada edad en la vida de una persona es importante. Como dicen, cada edad tiene su encanto.
Todos venimos al mundo con un propósito que se va desarrollando en cada etapa de nuestra vida. Hasta el final, que es cuando dejamos este mundo, o esta vida.
De acuerdo a la visión occidental, la niñez es símbolo de pureza y la juventud la esencia de la belleza. Según nuestros sabios rabinos, es lo contrario.
La belleza nos permite ver las cosas tal como son, y eso es más fácil de captar por los niños. La belleza en sí no tiene sentido. La verdadera belleza es desarrollar el sentido de lo noble y puro a los siete a fin de que a los veinte podamos tomar decisiones sabias y podamos practicar la misericordia y la justicia. Así podemos vivir una vejez “feliz”.
Según el midrash, Sara murió al enterarse que Isaac iba a ser sacrificado. No se sabe si por haber sido salvado del sacrificio o por no haber sido el sacrificio (ofrenda), pero podemos imaginar el gozo de Abraham al regresar a casa con su hijo Isaac vivo y con el deseo de encontrarse con Sara para contarle cómo D-s los había bendecido pero lo que encuentra es que Sara ha muerto. Su regocijo se transformó en duelo en un instante. No hay felicidad perfecta en este mundo. La vida está llena de altos y bajos. Y la vida de Abraham y Sara no era excepción. Aún así, la obra de Sara siguió su curso y tanto Isaac como Abraham se casaron y tuvieron hijos, y el camino hacia el nacimiento de Israel continuó abriéndose.
De acuerdo a lo que sabemos de Sara, podemos intuir que las acciones de Abraham después de la ausencia de ella, eran una continuación de la vida de ellos como pareja.
Sara era una mujer de fe y entereza. Al principio no creyó que concebiría y se volvió impaciente y por eso le pidió a Abraham que se acercara a Agar, pero aprendió a creer un poco más y esperar en D-s. Ella dejó la comodidad de Ur de los Caldeos para seguir a su esposo sin saber a dónde irían. Sufrieron hambruna. Debemos tener en cuenta que ya era viejos. Sara no era perfecta, pero se mostraba como una esposa obediente a su marido. Le llamaba “señor” y dejaba ser guiada por su autoridad.
El hecho de ser estéril en ese contexto, la ponía en una posición de vulnerabilidad puesto que eso era visto como falta del favor divino y disminuía su valor como mujer. Pero esto no fue impedimento para convertirse en matriarca de Israel y ser nombrada hoy para bendecir a las niñas de la comunidad.
Todo esto nos enseña que para trascender no necesitamos ser perfectos. Todos tenemos el potencial para hacerlo. Toda persona que busca superarse y superar los límites que se le presentan, y que busca el sentido de su existencia, puede extenderse a un plano cada vez más alto y esto puede lograrse a cualquier edad. Todos somos seres únicos e irrepetibles.
En los versículos finales de la parashá, se nos habla de la muerte de Abraham. Dice en Bereshit 25:8 que Abraham murió ” en buena vejez, anciano y lleno de años”. A pesar de todas las vicisitudes que vivió: largo viaje, guerras, hambre, muertes, etc. logró disfrutar de una buena vejez. Todo lo vivido lo ayudó a llegar a este punto de satisfacción en sus últimos años.
Abraham y Sara nos enseñan lo importante que es mantenerse firmes y unidos. Firmes y juntos vencieron los obstáculos. Creyeron al Creador y vivieron la vida como se iba presentando. Vivieron su presente. Es una enseñanza para nosotros hoy.
Hay una frase muy conocida que dice: “Detrás de cada gran hombre, hay una gran mujer”. Para mí, independientemente del concepto que se tenga de “éxito” y dejando a un lado cualquier connotación machista, esta frase expresa el hecho de que una persona que ha logrado éxito en la vida, necesita de alguien que lo apoye y le ayude a conseguirlo. En la lectura de la Haftará, en 1 de Reyes 1, tenemos otro ejemplo que ilustra esta frase: el papel que jugó Betsabé en la ascendencia al trono de su hijo Salomón. El importante rol de las mujeres en la historia es innegable.
La traducción “ las vidas de Sara” es oportuna aquí puesto que estaría refiriéndose a las vidas que fueron influenciadas por la vida Sara. La de Abraham, su esposo, la vida de Isaac, su hijo, la vida del criado, la vida de todos los que estuvieron cerca de ella, etc..
Aunque Sara quizás no es muy nombrada en la Torá, su vida fue importante, su misión tuvo una gran relevancia. La importancia de su rol radica en que fue la matriarca de Israel. Como toda mujer no necesitaba rezar mucho para elevarse en su espíritu y eso es válido para todas las mujeres. De hecho, el protagonismo femenino es evidente en esta parashá: Sara, Rivka y Agar.
Pero así es también para cada uno de nosotros. No caigamos en el pesimismo de creer que nuestro rol en la vida no es importante o es de poco alcance. Vivamos la vida de la mejor manera que podamos y el Creador hará el resto. Vivamos el hoy de una manera honesta y responsable y extendamos los efectos de nuestras vidas a otras personas para dar luz donde pueda haber oscuridad y producir para el interés colectivo. Podemos pensar, ¿Qué importancia tiene mi vida en el inmenso universo? Sabemos que poseemos las capacidades intelectuales y emocionales para crecer y lograr cosas grandiosas en este mundo.
¿Cómo podría imaginarse Sara que habiendo nacido en una familia de idólatras y siendo estéril, sería la madre de multitudes?
Por un lado, este inmenso potencial que todos poseemos porque lo hemos recibido de nuestro Creador, es la fuente de nuestra felicidad y realización. Por otro lado, estar conscientes de que nuestros talentos y regalos no están siendo utilizados a su máxima capacidad genera un gran vacío.
Vivir el presente es la opción. La vida después de la vida nos es desconocida. Dejémosla en manos de nuestro Creador. A nosotros nos corresponde vivir una vida que hable del propósito para el cual vinimos a este mundo, lograr nuestro desarrollo personal y ser felices para dejar un huella en los que nos conocen.
Humanamente hablando, para lograr trascender más allá de la muerte, necesitamos fijarnos un objetivo y trabajar por eso. Pero de acuerdo a lo que podemos aprender en la Torá, solo necesitamos atender al llamado de nuestro Creador a cumplir nuestro propósito de vida. Sara era estéril y no podía hacer nada para ser madre del pueblo de Israel. El Boré Olam, Creador de todo, lo hizo. Sara sigue viviendo en la continuidad del pueblo judío.
Es muy importante entender que estamos aquí con una misión. Como los ángeles que visitaron a Abraham en su tienda. Cada uno tenía un misión específica que cumplir. Abraham y Sara les dieron de comer y ellos lo disfrutaron y nosotros podemos aprovechar lo que se nos presenta por delante pero no sin dejar de cumplir la misión que tenemos…y hacerlo AHORA. Como dice el Pirkei Avot: ” Y si no es ahora, ¿cuándo?
Shabbat Shalom!!!
Alejandro Alvarado