¡Vive libremente!
“Y vio Israel el gran poder que ejerció el Eterno contra los egipcios, y temió el pueblo al Eterno, y creyeron en el Eterno y en Moisés, su siervo.” (Shemot 14:31)
Este verso entraña una profundidad tan basta, que me puso a pensar en el proceso de desarrollo de Emuna en nuestras vidas. Si nos alejamos un poco de la lectura de la porción de esta semana (Beshalaj que significa “Cuando lo soltó o cuando envió”, estamos observando el nacimiento de una nación a la cual se le había perdido su identidad y su personalidad.
He conocido casos en el cual cuando una persona o un niño sufren abusos físicos y emocionales, generan en ellos una despersonalización, posiblemente al verlos años después nos preguntamos: ¿qué fue de aquel niño alegre y comunicativo? El proceso de vivir un abuso constante no importa el calificativo del abuso, resulta en un cambio de realidades. Egipto, y, específicamente Paró habían sido abusadores continuos de Israel durante décadas, lo cual afectó en alguna medida la mente de los israelitas.
Quisiera destacar algunas de los efectos que provoca la agresión en los seres humanos según algunos académicos, primero, se reproduce la agresión en otros (Seligman) como vemos el ejemplo de Moshé cuando tomó la justicia en sus manos al observar que agredían a un Israelita y él salió a defenderlos, resultando en el egipcio muerto (Shemot 2:11-12). Segundo, genera un entorno de depresión- ansiedad que genera un ciclo social complejo el cual es aprendido por medio de la observación y transmitido de manera generacional a otros (Bandura). Vemos luego cómo los Israelitas continuamente siguen quejándose de falta de carne, de falta de agua, de dar vueltas, etc. Cuando evaluamos las historias que estaban sucediendo en el éxodo, vemos cómo realmente la esclavitud afectó la vida “normal y saludable” de estas personas y que no nos hace ser mejores personas criticándoles de cómo ellos se comportaron ante situaciones de amenazas.
Los rasgos que logro visualizar en esta porción que es común es la activación de repuestas ante situaciones de miedos reales o infundidos. Por ejemplo, en Shemot 14:10 ellos observan que Paró (el agresor) acampa detrás de ellos, provocándoles estrés y una respuesta inmediata de queja con Moshé cuando dicen: 14:11 “¿Acaso por no haber sepulturas en Egipto nos trajiste acá para morir en el desierto? ¿Qué has hecho de nosotros sacándonos de Egipto?”. Lo que vemos acá no es una respuesta sacada de la nada, sino una respuesta que según explica el investigador de la UNAM, Francisco Sotres, es una respuesta a un estímulo (real o imaginario) del pasado que produce emociones que no pueden controlarse generando “una respuesta conductual, fisiológica o corporal de supervivencia”. Si comprendemos un poco el cuerpo complejo que el Eterno creo en Bereshit, nos daremos cuenta de que el Eterno hizo que existiesen mecanismos de supervivencia en nosotros, y que ante situaciones de peligro se activan respuestas que generan adrenalina y cortisol, haciendo que se libere azúcar en los músculos para poder escapar, esconderse o enfrentar el peligro. Asimismo, mencionamos algunas reacciones fisiológicas como el estrés o corporales como la contracción de los músculos. ¿Cuál es el peligro de este tipo de respuestas? Es vivir en un estado crónico de miedo, estrés, ansiedad, o como menciona Sotres un estado de “emergencia continua” porque traen consecuencias como las úlceras, traumas o desórdenes mentales, incluso, cuando la amenaza real no existe más. Doy un ejemplo de ello, digamos que fui asaltado en un parque, esto genera en mí un estímulo al momento del asalto que generó reacciones fisiológicas, corporales y conductuales durante el asalto. Ahora bien, ¿cuál sería un problema? Que cada vez que pase por un parque o un lugar similar, un miedo se apodere de mí y genere la misma reacción que el evento traumático produjo en mí.
Si observamos con detenimiento, parece ser que el Eterno estaba haciendo en el proceso de crecer como nación, que estaba colocando en situaciones incómodas o que revivieran un trauma a Israel para poder sobrellevar los miedos generacionales con sus respuestas correspondientes ante estos estímulos, a fin de que fueran libres de una vez. Me recuerdo en cierta oportunidad, en la que recientemente El Salvador había salido de una guerra armada por el año 1991, y por aquella época tuve la oportunidad de viajar a los Estados Unidos por primera vez. En mi entorno real de pequeño, había aprendido que un “¡pum!” equivalía a una bala, y que debíamos de resguardarnos. Había llegado a la ciudad de Miami por un campamento escolar, cuando de repente a un auto se le estalló la llanta, y se escuchó un “¡pum!”, mi reacción fue tirarme al suelo, sudar, cubrirme la cabeza y buscar un lugar para huir. Los demás niños que eran de otros países o americanos se me quedaron viendo, porque obviamente para ellos no existía un estímulo a un ruido especifico de un “¡pum!”, pero para mí, había un estímulo que había sido provocado por una guerra civil, lo cual me alertó a dicha respuesta. ¿Cuál era la diferencia entre ellos y mi persona? Es que ellos habían vivido “libres” de una guerra civil, y yo, había sido “esclavo” de una guerra civil.
Exactamente es lo que observé en esta oportunidad, para poder ser libres, debemos de liberarnos de nuestros miedos. David supo exactamente esto, el vivió con muchos temores en su vida, tuvo que enfrentarse a Saúl, a Absalom, a muchos enemigos que buscaban su muerte. El escribe en Tehilim 34: 5-7,10 “Busqué al Señor y Él me respondió, y me libró de todos mis terrores. Ellos miraron hacia Él y quedaron radiantes, y sus rostros no serán avergonzados. Este pobre llamó y el Señor escuchó y lo salvó de todas sus angustias…. Temed al Señor, sus santos; porque nada falta a los que le temen”. Al leer este salmo digo, exactamente David llegó a visualizar las repuestas humanas frente a los estímulos que nos generan miedo: “terror, vergüenza, angustia, miedo a la escasez”.
Basado en lo anterior, en esta porción podemos visualizarlas, leemos en el 14:12 “Déjanos para que sirvamos a los egipcios. Porque mejor es para nosotros servir a los egipcios que morir en el desierto.” Observamos la respuesta a un estímulo que provoca miedo: el TERROR.
Luego, leemos en el 15:22-23 “Y Moisés condujo a los hijos de Israel del mar Rojo, y salieron al desierto de Shur; y anduvieron tres días en el desierto y no encontraron agua. Y llegaron a Mará; mas no pudieron beber agua de Mará, porque era amarga; por tanto, le pusieron el nombre de Mará.” ¿cuál fue el estímulo? ANGUSTIA. No podían beber agua.
Más adelante, el 16:3 dice “Y les dijeron los hijos de Israel: Ojalá hubiéramos muerto a manos del Eterno en la tierra de Egipto, cuando estábamos sentados junto a la olla de carne, y cuando comíamos pan hasta hartamos; porque nos habéis sacado a este desierto para matar” ¿cuál era el estímulo? MIEDO A LA ESCASEZ. Este era imaginario, ¡Habían salido con mucho ganado de Egipto! (Shemot 12:38)
Por último, también vemos cómo trataron de avergonzar a Israel de una manera de un ataque sin sentido, cuando leemos en el 17:8 “Y vino Amalec y peleó contra Israel en Refidim.” Realmente este pueblo quería ganarle la moral.
Mientras meditaba en ello, pude observar que en ocasiones durante nuestras vidas, el Eterno permite que ocurran ciertos traumas, que provocan en nosotros reacciones de terror, miedos, vergüenza o angustias, a tal punto que si no somos libres de estos traumas, pueden deteriorar nuestra salud y bienestar, no sólo personal, sino a nivel familiar, comunitario y social.
En la misma porción vemos las “medicinas” que el Eterno envía para cada situación en específico, la cual no es limitante como soluciones, sino que describo puntos que quiero resaltar. ¿Para el terror cuál fue la cura? Fueron tres situaciones, primero, confianza (Emuna y Bitajón) que el Eterno le da a cada uno, de que Él nos cuida y pelea por cada uno de nosotros (14:14), segundo, nos enseña que debemos ejercer nuestra emuná caminado a lo desconocido muchas veces (14:15- ¡Habla a los hijos de Israel y que marchen!), y tercero, que debemos observar la salvación de Dios y manifestar agradecimiento por ello en cada momento, leemos en el 14:31 “Y vio Israel el gran poder que ejerció el Eterno contra los Egipcios” y luego leemos en el capítulo 15 el cántico de Moshé y de los hijos de Israel.
¿Cuál fue la cura para la angustia? Dice el 15:26 “Allí impuso (Dios al pueblo) estatutos y juicios (mishpatim- jukkim), y allí lo probó. Y Él dijo: Si oyeres atentamente la voz del Eterno, tu Dios, e hicieres lo que es recto a sus ojos, y prestares oídos a sus mandamientos, y guardares todos sus estatutos, entonces no enviaré sobre ti ninguna enfermedad de las que envié, sobre los egipcios.”. Si la Torá está continuamente delante de nosotros, no temeremos, no viviremos angustiados, como dice Tehilim 119: 92 “Si Tu Torá no fuera mi ocupación, entonces habría perecido en mi aflicción.”
Y, ¿para el miedo a la escasez cuál fue el remedio? El Shabbat y el maná, que equivalen a la obediencia a la voz del Eterno. La respuesta inmediata no fue la de enviar codornices, leemos el 16:4 que es el verso que sigue a la queja: “Y dijo el Eterno a Moisés: He aquí que haré llover sobre vosotros pan desde el cielo; y saldrá el pueblo y recogerá diariamente la porción de un día, para que Yo pruebe si anda en mi Tora o no.” El maná nos hace recordar que todo lo recibimos del Cielo, si tenemos esta fe de que todo nos viene del Cielo podremos vencer la ansiedad generada por una evidente escasez. También, nos enseña que no debemos vivir para ser “acumuladores”, es decir, debemos vivir con nuestra porción diaria. Tercero, en Shabbat (16:5) se tomaba una doble porción que no se arruinaba milagrosamente, esto es, vivir confiadamente que Dios proveerá para Shabbat y tengo que reposar en Él.
Finalizo, ¿cómo lidiar con la vergüenza? Es enfrentándola. Leemos el 17:9-10 “Y Moisés dijo a Josué (Yehoshúa): Escoge hombres para nosotros y sal y pelea contra Amalec. Mañana yo estaré en pie sobre la cima de la colina, y la vara de Dios estará en mi mano. E hizo Josué como le había dicho Moisés, y peleó contra Amalec.” Es interesante que Amalec no desaparece, sino que se presenta de generación en generación en distintas formas, porque dice “el Eterno tendrá guerra con Amalec de generación en generación.” Cuando se debilita Amalec desaparece (17:13) es decir, se oculta, pero no se extermina, por lo que debemos de saber que en algún momento este mal retornará. El primer Amalec por destruir es la baja estima que produce en nosotros tener vergüenza de quiénes somos o de nuestras creencias, pero luego, es la vergüenza provocada por agentes externos. A diferencia del tribunal de la Haya que falló que no podemos utilizar la Torá (específicamente referencia a esta porción), debemos entender que el odio gratuito debe ser destruido, el odio sin sentido, el generar el mal y la vergüenza ajena por el placer de infligirlo. Por ello, no debemos tolerar acciones de maldad hacia la creación del Eterno por el deseo de generar un placer propio, porque es equivalente alimentar a Amalec en el mundo, debemos enfrentarlo, pararlo, desparecerlo, aunque los demás no lo comprendan.
¿Quieres vivir como persona libre? ¿quieres dejar de ser esclavo de algún trauma? Debes decidir abiertamente hoy a producir Emuná, Bitajón, luchar contra el mal, agradecer, accionar tu fe, obedecer los juicios y estatutos del Eterno, y recibir con agrado el maná del Cielo guardando Shabbat. Dice Job 22:28 “Tomarás una decisión, y se cumplirá para ti, y la luz brillará en todos tus caminos.” Decide hoy ser libre de tus temores, temiendo al Eterno y creyendo en Él.
Shabbat Shalom.
Mauricio Quintero