Propósito de Vida
“En aquel tiempo llamarán a Jerusalén “El Trono de Dios”, y todas las naciones se reunirán allí, en el nombre de Dios, en Jerusalén. No seguirán la voluntad de su malvado corazón.” (Jeremías 3:18)
Nuestra porción esta semana es Ki tavo, y significa “cuando vengas”. Los temas principales de esta porción son las instrucciones de cómo Dios prepara a Israel para saber cuál será su propósito o su ocupación una vez entren y tomen posesión de la tierra de Israel. El primer tema expuesto en Ki Tavo es el de las ofrendas de las primicias (Bikkurim). Es lindo que uno de los temas centrales de Tora es que los frutos de la producción de la tierra requieren de una serie de actividades que implican el esfuerzo humano, como cultivar la tierra, trabajarla para luego seleccionar los frutos, y por último subir al lugar de que el Eterno escogiere (Jerusalén) para hacer una declaración para mostrar gratitud por lo que el Eterno ha hecho por nosotros.
Segundo, la porción habla sobre los diezmos de los levitas y de los pobres. Tercero, se habla sobre cómo se deben proclamar las bendiciones y maldiciones en el Monte Gerizim y Monte Eival, una porción que se conecta posteriormente en la porción de Ree. Moisés aparece en escena recordando la identidad de Israel, de que son el pueblo elegido de Dios, y que ellos también como Israel han elegido al Eterno.
Cuarto, la porción con la Tojejá (reprimenda) enumerando las bendiciones primero, y luego enumerando las consecuencias cuando decidimos no seguir los mandamientos de la Torá, las cuales se pueden resumir en un sufrimiento presente, es decir, un sufrimiento mientras tenemos vida que se manifiesta en enfermedades, hambre, pobreza, dolor, sufrimiento humano y exilio. Se concluye declarando que luego de 40 años, Israel ha logrado un “corazón para saber, ojos para ver y oídos para oír”.
Quisiera centrarme en la primera aliá de la porción referente a los Bikkurim¸la ofrenda de los agricultores, la cual debían llevar al lugar que el Eterno habría que escoger. La ofrenda de los agricultores según los sabios, se referían a los frutos de la tierra mencionados en Devarim 8:7-8 “Porque el Eterno tu Dios te trae a una tierra buena (el-erets tova), tierra de arroyos de aguas, de fuentes y hondos manantiales que salen por sus colinas y por sus montes; tierra de trigo, y de cebada, y de vid, y de higuera, y de panado (granadas); tierra que dan aceite, y de miel (de dátiles)”. Sin embargo, la Torá pienso que es más amplia en su sentido, y a mi entender nos indica “todos los frutos del suelo” kol-peri ha’adamah, yendo más allá de sólo limitar la producción de los siete frutos de Devarim 8. Esto trae consigo la primera enseñanza de esta semana, “Si hemos de limitar algo, que este algo no sea el agradecimiento”. Para el agradecimiento “no hay techo”, no existe un “basta ya”, o un “es suficiente. El agradecimiento es una expresión espiritual y emocional que debe ser manifestada físicamente en este mundo, porque debe de ser visible, palpable, perceptible en forma de aroma, sonido o visión. No existe el “agradecimiento” para “adentro de uno mismo”. Debes procurar al momento de agradecer, que éste sea público y sea percibido no sólo por quién recibe el agradecimiento, sino por todos alrededor.
En este sentido, agradecer es un acto voluntario, con intención y tiene un propósito. Ahora bien, ¿porqué llevar cosas físicas a Dios? ¿acaso Dios comía? ¿tiene necesidades humanas? ¿porqué no darlo a los pobres, viudas y huérfanos? Creo que por ello más adelante habla de presentar los diezmos a los levitas y a los pobres, para separar que lo que es para Dios no es para los hombres, y que uno no exime a lo otro.
Segunda enseñanza, al recibir algo del Eterno no debemos quedarnos con los brazos cruzados, es bien claro que el esfuerzo humano manifestado en forma de trabajo debe estar presente como parte de la bendición. Hoy el mundo cree que la bendición es recibir dinero y fama de gratis, sin merecerlo, lo cual es bueno, pero es superfluo, vano. Sin embargo, el valor del trabajo y esfuerzo acompañado de disciplina es un pilar de la Torá y de hecho, sentirse útil es uno de los propósitos de la vida. Dice Devarim que cuando Él nos dé la herencia de la tierra, vamos a tener que cumplir con ciertos mandamientos como poseerla (sacar a sus antiguos “inquilinos”), habitar en ella (construir casas), tomar (escoger) las primicias, recoger frutos de la tierra, ponerlos en un canasto, e ir (viajar) al lugar que escogiere el Eterno (Jerusalén) para hacer una declaración. Todos los verbos que leemos en el capítulo 26 requieren de ciertos ingredientes: “Voluntad, movimiento y esfuerzo”. Hay un dicho en nuestra nación que dice: “Lo que poco cuesta, poco se aprecia”. Por esta razón, Dios nos bendice con el esfuerzo, para que podamos apreciar lo que Él nos da.
En mi país y en America Latina, el peor mal que hemos recibido por mucho tiempo es el asistencialismo, es decir, nos hemos acostumbrado a pensar que requerimos de subsidios y de ayudas de gobiernos locales o extranjeros para salir adelante. Este tipo de pensamiento ha destruido a nuestras naciones, porque no motiva a la gente a salir día a día a buscar el pan diario, a reinventarse, a buscar oportunidades, a pensar y trabajar por ellos mismos. Hasta cierto punto, Israel nunca recibió un asistencialismo, sino que los fundadores de la nación trabajaron duro por conseguir agua, alimentos, y este esfuerzo permitió que desarrollaran áreas que nunca imaginaron poder explorar, hasta el punto de que hoy en día en medio del desierto, Israel es autosostenible en agua, energía, alimentos, tecnología, medicinas, etc. Así que, cada vez que te cuesten las cosas, cada vez que sientas fatiga y hostigamiento porque las cosas no son fáciles, agradece, es para tu bien. A mis hijos les digo: cocínate, haz tu cama, haz tu tarea, muévete, aprende esto o aquello, etc. y es porque quiero meter el ADN del esfuerzo y disciplina en ellos.
Tercera enseñanza, ¿porqué Dios omite en la Tora el nombre de Jerusalén? ¿de dónde sacamos que es Jerusalén el lugar que Dios ha escogido para habitar? Dice Salmos 76:2 “Shalem se convirtió en su morada, y Sión, en su guarida.”; Salmos 132:13 “Porque Jehová ha escogido a Sión; La ha querido por trono para sí.”; 2 de crónicas 6:7 “Pero luego elegí a Jerusalén para que habitara allí mi nombre, y elegí a David para que gobernara a mi pueblo Israel.”. No existe duda, que el lugar físico que Dios eligió para erigir una morada física en aquellos tiempos fue Jerusalén. Maimonidés da una explicación de porqué no menciona claramente este lugar en la Torá, y esto era para evitar que las otras naciones no lucharán por ocuparla a fin de que los judíos no lograrán establecerse en dicho lugar.
Esto me lleva a pensar que la Torá en todo momento nos protege, incluso al no revelar claramente ciertas cosas. De la misma manera debemos actuar nosotros, no debemos de revelar todo lo que conocemos a todas las personas, ya que no sabemos las intenciones reales de los demás. Tampoco debemos de apresurarnos a que debemos ver “sí o sí” las promesas de Dios cumplidas en nuestro tiempo, ¿sabes cuánto tiempo pasó entre la revelación que Dios tendría un lugar de habitación y la construcción del primer templo? Aproximadamente 480 años. Es decir, muchas veces recibimos palabras del Eterno a través de personas, o creemos en palabras de la Torá y las hacemos nuestras, pero realmente no debemos de desfallecer si pasa el tiempo y no vemos cumplido aquello que el Eterno nos ha dicho. A Abraham le dijeron que sería una gran nación, y entre la revelación divina y el éxodo que es cuando vemos a Israel por primera vez como una nación, pasaron 720 años.
Cuarta enseñanza, en la mishná, en el tratado de Masejét Bikkurim, explica de cómo se transportaban las primicias al templo en Jerusalén. Dice: “Todas las aldeas de la región se reunían en la aldea principal, y dormían en las calles. Por la mañana, llamaban al dirigente diciendo: ¡Venid y subiremos a Sión, a la Casa de nuestro Dios! Se encaminaba entonces el grupo. Ante ellos iba un buey; sus cuernos estaban cubiertos de oro, y su cabeza adornada con una guirnalda de olivo, y delante de todos iban los hombres que tocaban y mostraban el camino de Jerusalén. Cuando llegaban a la Ciudad Santa ornamentaba cada uno el canasto con sus primicias, y los altos dignatarios salían a su encuentro y les decían: ¡Sean bienvenidos, hermanos! Las flautas les conducían hasta el Templo, y allí cada uno cargaba sus primicias sobre su hombro y las depositaba ante el altar, pronunciando las palabras del (capítulo 26) verso 5 hasta la mitad del verso 10. Aún el rey debía llevar sus primicias, como todo judío.” Cuando se lee la interpretación de esta ceremonia y procedimiento, es hermoso, dicen los sabios: “Esta ofrenda significaba el reconocimiento del orden divino en la naturaleza y de la existencia del Ser Supremo, a quien se consagraban los primeros frutos en señal de agradecimiento. Los cuernos del buey estaban cubiertos de oro, lo que significaba que el trabajo lleva al pueblo a la prosperidad, y sólo una prosperidad basada en el trabajo es la verdadera. El buey llevaba sobre su cabeza la rama del olivo: El olivo es el símbolo de la luz de la sabiduría y de la ciencia, es decir, que la prosperidad no nos debe llevar solamente a un ficticio progreso material, sino a un verdadero avance en el orden del espíritu.”
Me pareció tan hermosa esta descripción, porque concuerda con lo que hablamos previamente, agradecemos a quién reconocemos. El valor del trabajo nos lleva a la prosperidad, pero el trabajo sin sabiduría y conocimiento es vano, porque, ¿de qué sirve ganar el mundo entero si no cultivamos el alma? Me encanta la idea de que delante del buey iban flautistas tocando las flautas para dirigir a la gente en el camino hacia Jerusalén, es decir, su morada final era Jerusalén. Esta foto, es el resumen de cada vida, Dios nos ha puesto en la tierra, en la cual con un poco de esfuerzo, conocimiento y sabiduría lograremos prosperidad, pero este no es nuestro fin, nuestro fin es ir a Jerusalén. Entonces, ¿qué significaría ir a Jerusalén?
Jerusalén, precedida según Bereshit como la ciudad de Salem שלם, raíz de la palabra Shalom (paz שָׁלוֹם), y este era el lugar donde reinaba un rey con el título de Malki-tzedek (rey de justicia), que según la tradición era Shem, descendiente de Noaj. Luego, aparece por primera vez en el Tanaj con el nombre de Jerusalén en el libro de Josué capítulo 10, relatando que reinaba en el lugar un rey con el título de Adoni-Tezedek (señor de la justicia), sin embargo, este rey aparentemente bueno, fue un rey a quién Dios decide destruir, y en este episodio ocurre el milagro en donde se para el sol y la luna, y en donde se dice “Porque Dios peleó por Israel. Ni antes ni después ha habido un día como éste en que Dios actuara según las palabras dichas por alguien más.”
Etimológicamente según “Jewish Encyclopedia” y otros estudiosos, nos enseñan que existen muchas acepciones a la palabra Jerusalén, de las cuales resalto: “Morada de paz”, “Morada fundada en seguridad”, “fundamento de paz”, “posesión de la paz” (Yireh-Shalom), “casa de paz” (Yerú-Shalem), “ver paz” (Irá-Shalem).
Entonces, ¿adónde voy? A una enseñanza muy simple, Jerusalén, no es un lugar físico en la tierra únicamente ampliamente reconocido como la capital del Estado de Israel, o parte de una frase que recitamos en Rosh Hashaná: “El próximo año en Jerusalén”, es mucho un significado que va más allá. Rab Shaul nos enseña que existe una Jerusalén (ver libro de Gálatas) espiritual, que procede de Dios. De hecho, la idea de construir un Templo era que fuera un punto de conexión entre el Cielo (Dios) y la Tierra en donde la Presencia del Único se manifestara. Y luego, Yojanán describe una visión relatada en el libro de revelaciones capítulo 21 en donde observa un mundo y una Jerusalén renovados para celebrar la boda entre el Eterno y su Pueblo, que es la revelación del Sinaí.
En la vida podemos gastarnos haciendo trabajos, logrando triunfos, logrando un nombre con fama, adquiriendo sabiduría y conocimiento, esparciendo la semilla de agradecimiento y honrando a Dios con nuestras ofrendas, pero todo esto es pasajero, nuestro fin es pararnos frente a realizar una declaración en el lugar de nuestra morada final, en la Presencia del Altísimo, en el lugar, que como leímos al inicio, el lugar en donde todas las naciones se reunirán frente al Trono Divino para adorar, para honrar, y no vivir conforme a nuestro corazón engañoso, sino con un corazón renovado. ¡Podemos vivir en un estado de Shalom! ¡Sí! En un estado de paz continúo habitando de manera segura bajo la sombra del Altísimo.
Mi oración para este Shabbat es que encontremos el camino hacia nuestra Jerusalén Eterna, que podamos reconocer que pudimos no existir si hubiésemos obedecido a la voz del Arameo que nos quiso destruir, y que lo que somos y hemos logrado hasta hoy como frutos, es gracias a la buena Mano del Eterno.
Shabbat Shalom
Mauricio Quintero