Bendecid a Adonai, vosotros sus ángeles, Fuertes en fortaleza, Los que ejecutáis su palabra, Para estar atentos a la voz de su precepto. (Tehilim 103:20).
Al leer esta porción denoto que el tema central de la porción es la responsabilidad que tenemos hacia el prójimo quién ha sido afectado voluntaria o involuntariamente por mis acciones, y en este sentido Mishpatim es una explicación de cómo vivir las 10 palabras en términos prácticos. Esta porción encierra más ordenanzas que cualquier otra porción de la Torá.
Es interesante que la Torá va exponiendo que la justicia debe practicarse primero hacia los más débiles o vulnerables dentro de la sociedad, personas que viven en condiciones de esclavitud, orfandad, viudez, pobreza o inmigración, y nos ordena que es nuestro deber protegerlas e indemnizarlas en caso de daños. Si el mundo de hoy aplicara esta porción, definitivamente sería un mundo mejor. En el mundo regido en el reino animal vemos cómo el débil queda desprotegido y es el más vulnerable. En el mundo de la Torá que no quiere que nos rijamos por el dominio animal, busca que el más vulnerable sea protegido.
Vivimos en un mundo en que el fuerte se impone al débil y éste ejerce su fuerza para determinar la cuantía a recibir en caso de daños, no buscando ejercer justicia, sino más bien sacar su propia conveniencia. Vemos como naciones en el mundo como Rusia están aplastando a naciones como Ucrania, o Turquía cómo está destruyendo a naciones como Kurdistán, o incluso cómo se violentan los derechos de los más débiles en nuestras naciones y nadie se levanta a protestar sobre estas injusticas, así como nadie se pronunció a condenar el 7 de octubre los ataques de Gaza a Israel. Cada día veo que entre la gente más recibe, más se aferra a sus bienes, y no es tema económico, sino de voluntad de pagar lo justo por los daños infringidos.
La Torá siguiendo la idea de que somos santos, es decir, somos distintos, somos una nación diferente en sus estándares morales y éticos, nos muestra principios de cómo proceder, pero nos revela cómo debemos funcionar: “haciendo y escuchando”. ¿por qué entonces no es mejor escuchar para llevar las ideas a nuestro cerebro y luego actuar? ¿no es así como nos enseña el mundo moderno a actuar? Recuerdo mi infancia, una mirada, una llamada de mi nombre o una expresión facial era suficiente para levantarme, dejar lo que hacía para obedecer, era como un impulso, ya no pensaba, sólo actuaba.
En cambio, las nuevas generaciones, primero cuestionan las órdenes de sus autoridades, luego decidirán si les es conveniente obedecer o no, para luego actuar. Al parar el proceso de actuar primero, tendremos tiempo de razonar la conveniencia de obedecer o no. La Tora nos dice: “Actúa primero, luego escucha”. De hecho, este es el secreto dicen los sabios de Israel de cómo operan los ángeles del Cielo, ellos hacen y luego ejecutan como decía Tehilim.
Pondré tres ejemplos prácticos de cómo serían las realidades si no actuamos de esta manera. Ejemplo primero, Shemot 21:23 “Se debe dar una compensación monetaria por la pérdida de la vista de un ojo, de un diente por un diente, de una mano por una mano y de una pierna por una pierna.” Este principio es la base de la justicia en ambas vías, tanto para quién ocasiona el daño como para aquel que recibió el daño. La torá busca la convivencia social pacífica, y estas pequeñas injusticias llevan incluso por generaciones a luchas interminables. Hace años tuvimos un accidente entre un camión y un vehículo en la industria para la cual trabajo. El seguro llegó a conciliar el daño, sin embargo, habían metido un auto deportivo BMW en un cañal y se había accidentado contra una rastra. El vehículo deportivo había sido el causante del accidente, pero el dueño era una persona con poder, dinero y fama e hizo que el informe de la policía saliera a favor suyo con algo que dice la Torá que no debemos hacer: Dar sobornos. El transportista por su parte era dueño de un solo camión, muy viejo, y poseía una economía de supervivencia. Además, lo habían intimidado y le cobraron el BMW como auto nuevo. En esta historia de la vida real, hubo soborno, mintieron sobre el informe, explotaron al pobre y no cobraron un valor justo por un vehículo usado. ¡Cuántas injusticias se pararían en el mundo si tan sólo siguiéramos la Torá! Cuando dice: Ojo por Ojo, quiere decir, señor transportista usted va a pagar el precio de mercado de un BMW usado, y usted señor poderoso recibirá el valor de mercado de un BMW Usado, e incluso en el estándar justo: Señor BMW debe indemnizar al transportista por el daño al camión. Si bien es cierto es una transacción económica, la gente ha distorsionado para pensar como dijo Gandhi: “Ojo por ojo y todos acabaremos ciegos”, cuando realmente, hemos acabado ciegos por no cumplir el ojo por ojo, porque no se refería el Eterno sácale el ojo a tu prójimo, sino más bien, el daño en el ojo que le hiciste a tu prójimo debes hacerte responsable y pagarlo.
Segundo ejemplo, Shemot 22:2-3: “El ladrón deberá restituir todo lo que haya robado. Si no tiene con qué, deberá pagar su hurto como esclavo. Si se encuentra en su poder lo robado, ya sea un toro de trabajo, un asno, una oveja o una cabra, deberá pagar dos animales vivos”. Nuevamente si el mundo siguiera como código de vida la Torá, seríamos un mejor mundo. En mi país se considera robo si el valor de lo robado excede los $1000 USD, pero si es menor, se considera hurto. El hurto no es considerado un delito para cárcel y si no hay violencia armada con suerte se podría investigar. Hace años este tipo de leyes promovía que los menores de edad se subieran en la zona portuaria a camiones que transportaban graneles (trigo, azúcar, maíz, arroz, abonos, etc.) a las unidades, rompieran lonas y bajaran producto en sacos. Una lona cuesta $400 USD, y si un menor se caía del camión, pedían indemnización. Quien no se dejaba robar, lo amenazaban con asesinarlo o cobrar “renta” para que su familia entrara y saliera vivo de sus casas. Parece increíble esta historia, pero a mí me toco conciliar un niño fracturado de 10 años con sus familias. ¿Qué dice la Torá? ¡Restituye! Al final de año perdíamos 1500 TM de azúcar fácilmente en este tipo de actividad delictiva conocida como robo hormiga. Dios no desea que nadie fuese esclavo, porque de hecho dice la primera palabra: “te saque de Egipto de casa de esclavitud”. Pero, si no puedes hacerte responsable de tus hechos, paga con tu mano de obra. Nuevamente, ojo por ojo. La persona que será “esclavo” no es el típico “esclavo” que llegó a USA procedente de África, de hecho, debía recibir un buen trato físico (Shemot 21: 20-21); no era esclavo para toda la vida porque debía durar un período de compensación de 6 años para salir libre el séptimo año; si se pagaba su deuda – causante de esclavitud- podría salir libre antes, es decir, se redimía su esclavitud; el trabajo no era gratis, dice Devarim 15:13-18 “Y cuando lo envíes libre de ti, no lo enviarás con las manos vacías. Sin falta lo proveerás de tus ovejas, de tu era y de tu lagar; de lo que el Señor tu Dios te hubiere bendecido le darás. Y te acordarás que fuiste siervo en la tierra de Egipto, y que Jehová tu Dios te rescató; por eso yo te mando esto hoy. ..…No te alarmes cuando lo envíes libre de ti, pues te habrá servido por seis años el doble de lo que paga un jornalero; y el Señor tu Dios te bendecirá en todo lo que hagas.”. Es decir, técnicamente no era esclavitud como se ve hoy en día en regiones del mundo, con trata de personas, explotación física, psicológica y sexual, sino más bien era un siervo, un obrero. Entonces, retornando al ejemplo, ¿qué hubiera aplicado en la torá con estos niños ladrones? Se les hubiera mandado de manera obligada a aprender a trabajar, para que supieran que en principio eran mejores que ser ladrones. Se trataba de reeducar a las personas para que supieran el valor de las cosas.
Tercer ejemplo, Shemot 23:4-5 “Si encuentras extraviado el toro o el asno de tu enemigo, deberás devolvérselo, varias veces si es necesario. Cuando veis el asno de un compatriota a quien odiáis, agazapado bajo su carga, ¿no os detendréis de ayudarlo? Más bien, debéis ayudar a la persona”. Nuevamente la Torá actúa de manera antinatural. El punto central es que existe odio hacia el prójimo, me es indiferente, pero me impone una orden, diciéndome: “no seas indiferente, ¡ayúdalo!” me preguntaba, ¿por qué me da una orden de que ayude a quién detesto? La respuesta es simple, la Torá busca que crezca, y al hacerle el bien, puede que la otra persona recapacite y podamos en un futuro llegar a tener una relación sana. ¿cómo aplicó el asno? Bueno, supóngase que tiene un pésimo vecino, a quien se le pincha una llanta. ¿qué debo hacer? ¿pasar de largo? ¿ser indiferente? La Torá me dice, ¡párate, ve y ayúdalo! Seguramente ganarás un amigo. Es como entablar un puente con esta ayuda. Si no actúo antes de pensar, esperando escuchar, seguramente jamás le ayudaré porque el pensamiento comenzará como un “chicle” a rumiar, y no actuaré. Nuevamente, he visto en mi vida cómo ayudar a quien no le “caigo bien” lo convierto en un aliado una vez que le he ayudado en sus dificultades.
¿cómo se resume este parashá? Ama a tu prójimo como a ti mismo. Si observamos en estos tres ejemplos cotidianos, todos derivan de las diez palabras. En el primero es no dirás falso testimonio. En el segundo es no hurtarás. En el tercero, no codiciarás. De las 10 palabras se derivan los mishpatim. Dejemos el ego activo, el orgullo y podremos gozar de los frutos de hacer y luego escuchar.
Shabbat Shalom.
Mauricio Quintero