¿Tenemos ojos? usémoslos.
La porción de esta semana describe distintos temas que están relacionados con ver, dicho en otras palabras “percibir e interpretar correctamente las ondas de luz que recibimos”, según veamos, así tomaremos decisiones. Según la ciencia moderna, la visión ocurre cuando la luz es procesada por el ojo e interpretada por el cerebro. Exactamente este proceso cognitivo que implica percibir e interpretar el entorno y realidad el cual se observa es algo que me hizo meditar mucho mientras estudiaba la porción de esta semana: Re´eh. Según Yohanan el Eterno es luz y no hay tinieblas en él, ahora, la pregunta es, ¿cómo proceso la luz Eterna?
Comienza nuestra porción indicando que Dios nos muestra las opciones duales de este mundo que serán fruto de nuestras decisiones: Las bendiciones y las maldiciones. Luego, Moshé pronuncia distintas instrucciones referente a los lugares de culto (12:1–28), mandamientos en contra de la idolatría (12:29–13:19), desarrolla el tema de la automutilación (14:1–2), cómo manejar el duelo, cómo debe ser nuestra dieta (14:3-21) y los límites de qué y qué no podemos comer, reglas sobre los diezmos (14:22-25), cómo debemos manejar la remisión de las deudas (15:1-11), reglas sobre la liberación y trato de esclavos hebreos (15:12-18) y reglas acerca de los primogénitos (15:19-23). Al final Moshé recuerda cuáles son los sacrificios para ofrecer durante las fiestas de peregrinación: Pesaj, Shavuot y Sukot (16:1-17).
Sin embargo, quisiera centrarme en el punto del primer verso, porque este verso es una especie de cascada para el desarrollo del resto de la parashá. Veamos:
“Mira que pongo delante de vosotros hoy la bendición y la maldición: la bendición, si obedeciereis los mandamientos del Eterno, vuestro Dios, que yo os ordeno hoy; y la maldición, si no obedeciereis los mandamientos del Eterno, vuestro Dios, sino que os apartáreis del camino que yo os ordeno hoy, andando en pos de otros dioses que no conocisteis.” Devarim 11:26-28
רְאֵה, אָנֹכִי נֹתֵן לִפְנֵיכֶם–הַיּוֹם: בְּרָכָה, וּקְלָלָה. Re’eh anoji noten lifneyjem hayom berajah uklalah. אֶת-הַבְּרָכָה–אֲשֶׁר תִּשְׁמְעוּ, אֶל-מִצְוֺת יְהוָה אֱלֹהֵיכֶם, אֲשֶׁר אָנֹכִי מְצַוֶּה אֶתְכֶם, הַיּוֹם. Et-haberajah asher tishme’u el-mitsvot Adonay Eloheyjem asher anoji metsaveh etjem hayom. וְהַקְּלָלָה, אִם-לֹא תִשְׁמְעוּ אֶל-מִצְוֺת יְהוָה אֱלֹהֵיכֶם, וְסַרְתֶּם מִן-הַדֶּרֶךְ, אֲשֶׁר אָנֹכִי מְצַוֶּה אֶתְכֶם הַיּוֹם: לָלֶכֶת, אַחֲרֵי אֱלֹהִים אֲחֵרִים–אֲשֶׁר לֹא-יְדַעְתֶּם. Vehakelalah im-lo tishme’u el-mitsvot Adonay Eloheyjem vesartem min-haderej asher anoji metsaveh etjem hayom lalejet ajarey elohim ajerim asher lo-yedatem.
Primero, “Mira” es un verbo tan amplio que podríamos darle más significados que van más allá de sólo “mirar”. Mirar implica observar, ver, analizar, interpretar, percibir, atender, buscar, inquirir, considerar, fijar la atención en algo especifico, tener conciencia de manera deliberada, enfocarse, pensar, juzgar, cuidar, amparar, defender, registrar. Es en resumen, utilizar un sentido físico para interpretar la realidad. Si no vemos, entonces no nos percataremos de si vivimos en una bendición o en una maldición.
Ahora bien, mirar es exclusivo para el individuo. Por ejemplo, en una escena o un dibujo, mis ojos pueden interpretar un color o una escena, y otra persona puede interpretar algo diferente. Recuerdo en cierta oportunidad que nos enviaron un dibujo de un zapato, es increíble, la misma foto del zapato en el celular unos la veían color blanco/rosa y otros en tonalidad turquesa con gris (como yo lo veía), la diferencia de percepción del color se da debido a un efecto llamado constancia de color, que en resumen es cómo lo interpreta nuestro cerebro aquellas ondas de luz que vemos.
Por ello, es que el Eterno inicia esta porción indicándonos “mira según la capacidad que te he dado”. No podemos ver lo que el otro ve, debemos enfocarnos en lo que personalmente vemos y cómo lo interpretamos. Mirar implica un esfuerzo adicional para detenernos, parar, recapacitar, meditar. ¿Alguna vez te has sentado a ver un árbol?, ¿un atardecer? ¿un insecto? ¿a ti mismo en un espejo? Para poder mirar, debemos detenernos. Cuando paramos comenzamos a ver un universo dentro de aquello que si fuésemos a 90 kms por hora no podríamos percatarnos.
Segundo, “pongo delante”, Dios te otorga primero la responsabilidad a ti. No hay otra persona más responsable que uno mismo en cómo vemos y percibimos nuestra realidad. Si vamos a decidir, primero debemos asumir la responsabilidad.
Tercero, “de vosotros”, esto implica que las acciones que sucedan en singular afectan al plural de nuestra comunidad. Cada acción que decido hacer o no hacer, afectará mi entorno. Somos seres interconectados con otros. En este caso, las bendiciones y maldiciones nos afectan individualmente, pero afectan a la colectividad.
Cuarto, “Hoy”. No ayer, no mañana. Esto es el Dios del comenzar de nuevo al cual nuestro RANEBI constantemente hacía mención, nuestro Dios permite que nuestras decisiones y acciones presentes reviertan decisiones pasadas y que nos enfoquemos en el “ahora” porque el mañana es incierto. Cada momento debemos elegir. Imaginemos que estamos luchando con una adicción, el hoy, es en cada momento. Si hace 5 minutos decidiste algo equivocado y fuiste y compraste un vicio, 5 minutos después puedes botar aquello que te hace daño. Esto mismo podemos aplicarlo a un presente continuo eterno. Lo que importa es HOY, no importa error pasado, puedes rectificarlo HOY, HOY es el tiempo de renacer, de comenzar de nuevo, de levantarte, de abandonar aquello que te perjudica.
Quinto, “La bendición y la maldición”. Si leemos bien los siguientes versos, veremos que la bendición es equivalente a obedecer, y la maldición es equivalente a desobedecer. Las consecuencias son claras y expuestas de manera explayada en la Torá. Ahora tenemos opciones, esto implica, el mayor regalo de Dios (Bejirat Jofshit), libre albedrío, es la capacidad de decidir. Decidir es un acto voluntario, personal y presente. Incluso dejar de decidir, se convierte en una elección.
Parece que constantemente en esta vida debemos de decidir según luego nos expone la Torá, debemos elegir ¿qué y cómo comer? ¿quién será nuestro Dios?, ¿en qué lugar honraremos a Dios? ¿Qué tipo de ofrenda presentaré delante del Eterno? ¿Quién es un profeta falso y quién no lo es? ¿Cómo administramos los bienes del Eterno hacia nosotros que implica el diezmo al pobre, ayudar al necesitado, a la viuda y al huérfano? ¿Cómo perdonar las deudas en el año sabático? ¿cómo debemos ser vistos por el Eterno y ver al Eterno durante las fiestas de peregrinación? La decisión correcta, nacerá de la acción de “ver”, de ver correctamente. Si no vemos, entonces no podremos hacer justicia como nos enseña la siguiente porción de Shoftim.
Nuestra Haftará nos invita a romper paradigmas los cuales serán imposibles de romper si no “vemos”. Por ejemplo, ¿cómo puedo comprar (acción de trueque) sin dinero, o sin pago alguno? (Isaías 55:1-2) porque el precio a pagar o con el que se compra es el esfuerzo, y el esfuerzo es la obediencia. Mucha gente hoy en día y en la edad media preferían “pagar” por un lugar en el “Cielo” a través de bulas papales o dar limosnas u ofrendas para “comprar a Dios”, cuando Dios no necesita de nuestro dinero para ser agradado, él pide algo que cuesta aunque no tenga valor económico medible, y esto es la obediencia. Por ello, debemos mirar más allá de nuestros ojos y de nuestra lógica, para avanzar en nuestra vida. Recientemente me cuestionaron porqué era tan generoso con personas pobres como la Torá nos ordena ayudar a la viuda, huérfano y pobre, les dije, hasta el día de hoy no he visto que alguien quede pobre luego de dar al prójimo. Estas palabras fueron suficientes para que hubiese un silencio absoluto de quiénes me preguntaron, sin embargo, aun teniendo más dinero que mi persona, ellos no quieren pagar “el precio dela obediencia”.
Mi oración para este Shabbat es que el Eterno abra nuestros ojos, Dios le abrió a Guezi sus ojos pero no logró avanzar cuando se lo pidió al profeta Eliseo debido a que amaba las riquezas materiales. Pidamos al Eterno ampliar nuestro espectro y campo visual. Dice Tehilim 119:18-19 “Ábreme los ojos, para que contemple las maravillas de tu Tora. En esta tierra soy un extranjero; no escondas de mí tus Mitzvot” y en Tehilim 36:8-10 “Se sacian de la abundancia de tu casa; les das a beber en el río de tus delicias. Porque en ti está la fuente de la vida y en tu luz podemos ver la luz. Extiende tu amor a los que te conocen y tu justicia a los de corazón sincero”. ¿Nos atrevemos a ver? ¿Nos detenemos a ver? ¿Analizamos y meditamos en lo que vemos? ¿Ver, nos ayuda a tomar correctas decisiones?
Que el Eterno nos abra nuestros ojos físicos, espirituales y de nuestra conciencia para tomar buenas decisiones.
Shabbat Shalom.
Sr. Mauricio Quintero