“Retornando a Nuestro Origen”

La porción que leemos esta semana es una de las porciones más cortas de la Torá, sin embargo, está llena de riqueza en su interior, sólo abarca en un capítulo, pero realmente es un extracto de la vivencia del hombre, resumida en una profecía en forma de canción.

Este Shabbat entre Rosh Hashaná y previo a Yom Kippur, se le denomina Shabbat Shuvá, que es el Shabbat del retorno o del arrepentimiento, y las Haftarot que leemos cambian a los profetas Micah y Hoshea en donde se destacan los temas de arrepentimiento, penitencia y reconciliación humana con Dios.

Cuando hablamos de retorno, es porque existe un distanciamiento en dirección opuesta a un origen, y al retornar estamos regresando al punto de partida. Así es el ser humano, cuando nacemos venimos del lugar de habitación del Creador, en donde un día retornaremos, pero mientras tanto estemos en este cuerpo, alejarnos de nuestro Origen, es muy fácil y muchas veces por los afanes diarios de la vida no nos percatamos de nuestro distanciamiento.

Al inicio de la porción Haazinu (escuchad) Moshé llama como testigos a la tierra y a los cielos, dos elementos que tienen la característica de ser “duraderos” en el tiempo, siendo los testigos de las palabras que pronunciará a continuación. Luego Moshé exclama que la Torá es Eterna y así como el rocío produce vida a la vegetación, asimismo la Torá produce vida a nosotros y afirma una verdad incomprensible para la lógica humana, en la que proclama que de Dios proviene lo bueno y lo justo, y que del ser humano (sus hijos) proviene la corrupción quienes son ingratos y carecen de sabiduría. Estas palabras podemos resumirlas en que Dios es bueno no importa mi situación personal.

Continúa haciendo un llamado a los hijos del Eterno para analizar su historia desde la Torre de Babel (cuando se reparten los pueblos) y de cómo Dios nos protege como a la niña de sus ojos en el desierto y durante nuestra estadía en Egipto, haciendo hincapié en que el Eterno nos guio y protegió durante este período. Luego, habla del futuro de los Israelitas indicando sobre el problema que puede generar la abundancia, profetizando que cuando Israel se engorde se rebelará contra el Creador, lo que generará casi su destrucción completa, y evoca a que el mundo entero sea sabio y entienda que si la Presencia Divina no está con Israel, entonces éste caerá en desgracia a consecuencia de sus acciones, dejando claro a todas las naciones de que los dioses en los que Israel puso su confianza no los pudieron salvar, ayudar, sanar o dar vida, llevándoles a que concluyan que sólo hay un UNO y UNICO Dios que salva a Israel.

Continua la canción con que el Eterno redireccionará su ira contra los enemigos de Israel, y las naciones que sean testigo de estos hechos cantarán alabanzas. Finaliza describiendo que esta canción fue enseñada por Josué y Moshé al pueblo, y Moshé vuelve a implorarles: “Presten mucha atención a esto: no es una enseñanza vacía; es nuestra vida, y con ella perduraremos por mucho tiempo en nuestra tierra”. Luego el Eterno hace subir a Moshé al monte Nebo para disfrutar de la vista de la Tierra antes de fallecer.

Esta canción nos llama a recordar cómo es importante retornar a Dios, especialmente previo a Yom Kippur. No es que Yom Kippur sea un día exclusivo de hacer teshuvá, la teshuvá es constante durante todo el año, pero en Yom Kippur toda la casa de Israel está enfocada en el Retorno, lo que genera una energía y atmosfera óptima para elevar nuestras plegarias al Cielo y reconciliarnos con Él.

Moshé menciona ciertas áreas de las cuales debemos recapacitar en si hemos cometido errores para arrepentirnos de las cuales quisiera exponer algunas: Primero, No dar grandeza al Eterno (32:3). Muchas veces tomamos el Nombre Divino para expresar cualquier emoción, acto o sencillamente no nos percatamos de lo sagrado que es este nombre. Expresiones como “! Ay, Dios!, ¡Santo Dios!, ¡Dios mío!, etc.” que en el diario vivir se pronuncian sin tener conciencia de lo que estamos diciendo.

Segundo, (32:4) Tratar de cuestionar si Dios es justo y fiel, si es correcto “Su actuar o no” en base a nuestras percepciones, prejuicios e ideas. Por ejemplo, si Dios permite que me quiten un trabajo, ¿es bueno Dios? ¿es justo? Si me acusan de cosas equivocadas que no he hecho, ¿sigue siendo un Dios bueno? Muchas veces tratamos de victimizarnos ante el Eterno. Recuerdo una historia en el cual había un hombre que era muy pobre, y le regalaron una vaca. Esta vaca le proporcionaba leche, entretenimiento y sobre todo compañía. Sin embargo, una noche, unos cuatreros entraron a la propiedad de aquel campesino y le mataron la vaca. Al día siguiente, cuando el hombre se percató de lo que había sucedido, reclamó al Cielo: ¿porqué permitiste que lo único que tenía me fuera quitado? Y su corazón se llenó de amargura por un momento, quejándose de su aparente mala suerte. Obviamente, cuando comenzó a sentir la necesidad de alimentarse, fue impulsado para que buscara un actividad distinta a su “estatus cómodo” acostumbrado, obligándose a trabajar. Esta nueva actividad le permitió desarrollarse, conocer personas y llegar con el tiempo a tener su propio negocio, saliendo de su pobreza. Al final el campesino llegó a la conclusión que sería siendo la misma persona pobre con su vaca, si el “aparente hecho malo” no hubiese sucedido.  Esta historia se repite muchas veces en nuestras vidas, ¿porqué Eterno permites que mi confort se vea amenazado? ¿hasta cuándo me escucharás? Quizá es momento de detenerse un poco y abrir los ojos para ver que el Eterno tiene un abanico de oportunidades para que disfrutes de una vida mejor.

Tercero, (32:5) Equivocarse (pecar) y al errar muchas veces se hace por un tema de capricho, como para generar lástima y quizá obtener lo que deseamos. Esto me hace recordar situaciones con mis hijos, que cuando le decía a una petición de ellos: “NO”, ellos me respondían con un “entonces no comeré”, o “no iré a la escuela”, o “no haré esto o aquello” etc. la pregunta, al final era, ¿quién era el perjudicado? ¿ellos o yo? Lo mismo es con el Eterno, hay personas que piensan que cuando el Eterno cierra puertas y dicen: “dejaré de estudiar Torá” “no haré plegarias” “no asistiré a un Shabbat”, “me tatuare”, “haré esto o aquella cosa prohibida” etc. piensan que al errar le hacen daño al Eterno, cuando es lo contrario, se hacen daño a ellos mismos. Dios es inmutable, es decir, no cambia. Seamos más buenos o malos de acuerdo con nuestros criterios, Él no será “más o menos Dios”, pero nosotros en cambio, nos haremos o no daño. Dejemos de victimizarnos como niños caprichosos, Dios sabe lo mejor para nosotros y debemos ser alegres con nuestra posición y porción diaria.

Quisiera agregar algo, y es la idea de que una somos hijos del Eterno (Devarim 14:1) y este estatus de hijos no lo perdemos a menos que caigamos en adoración a otras “deidades”. Moshé declara nuestro defecto: “tortuoso (perverso) y torcidos” (v.5). Para explicar de mejor manera el estatus de hijos quisiera referir a lo que dice la Guemará en Kidushin 36ª que dice: “El versículo: “Ustedes son hijos del Señor su Dios”, indica que cuando actúan como hijos y se apegan al Santo, Bendito sea, sois llamados hijos, pero cuando no os comportáis como hijos, no os llamáis hijos”….. “Y Rabí Meir dice: De cualquier manera todavía os llamáis hijos, como está dicho: “Son hijos necios” (Jeremías 4:22). Y también dice: “Hijos en quienes no hay fidelidad” (Deuteronomio 32:20). Y dice: “Simiente de malhechores, hijos corruptores” (Isaías 1:4). Y dice: “Y sucederá que en lugar de lo que se les dijo: Vosotros no sois mi pueblo, se les dirá: Hijos del Dios vivo” (Oseas 2:1)” …… “Y si dijereis: Cuando no tienen fidelidad se les llama hijos, como está dicho, pero cuando adoran ídolos ya no se les llama hijos; por lo tanto, ven y escucha: Y el versículo dice: “Una simiente de malhechores, hijos que obran corruptamente”, lo que alude a la corrupción de la adoración de ídolos. Y si dijereis que aunque se les llama “hijos corruptos”, ya no se les llama hijos de Dios de pleno derecho una vez que han pecado, venid y oíd: Y el versículo dice: “Y sucederá que en lugar de lo que se les dijo: Vosotros no sois mi pueblo, se les dirá: Hijos del Dios viviente”. Este versículo indica que cuando los judíos se arrepienten, nuevamente se les llama hijos de Dios de pleno derecho”.

 https://www.sefaria.org/Kiddushin.36a.14?lang=bi&with=all&lang2=en 

¿Se recuerdan de la parábola del hijo pródigo? El hijo que se alejó fue vuelto a llamarse hijo, una vez hizo teshuvá, retornó a la casa de su padre, a su origen. Muchas veces la culpa, sentirnos indignos, sucios, o tener la idea de que volveremos a fallar es una causa de nuestro distanciamiento, pero si hacemos Teshuvá nuestro Padre que nos ama estará esperándonos como un hijo, aunque afuera nos llamen infieles, bastardos o cualquier otro peyorativo que indique que hemos perdido el estatus de hijo.

Quisiera finalizar con esta pregunta del verso 32:6 “¿Es así como pagáis al Eterno, oh pueblo insensato y nada sabio?” Oseas nos hace un llamado a que paguemos nuestros votos no con animales, sino con fruto de nuestros labios. Si llegamos a comprender que los frutos son evidencia de lo que decimos, es decir, nuestros actos son acorde a nuestras palabras, entonces dejaremos de ser insensatos, sino que seremos como dice Hoshea 14:10 “¿Quién es sabio?, el que entiende estas cosas; ¿quién tiene discernimiento?, el que las comprende. Ciertamente son rectos los caminos del Señor: en ellos caminan los justos, mientras que allí tropiezan los rebeldes.”

Levantémonos, tengamos un punto de inflexión, dice Micah 7:18 que al Eterno le causa placer amarnos, pidamos que arroje nuestros errores al fondo del mar y sean cubiertas (Kippur) nuestras faltas, que no sólo recemos repitiendo las plegarias de Kol Nidrei como letra muerta, sino que realmente estas plegarias se conviertan en “frutos de labios”. Si nos ha ido bien, no nos engordemos de tal manera que olvidemos a nuestro Dios, sino que seamos agradecidos con humildad haciendo el bien a los demás. Y si hay algo que nos hace sentir “no hijos” y que por ello no nos podemos acercar al Eterno, quitemos dichas ideas o pensamientos, porque somos sus hijos, y nuestro Padre quiere estar en relación con nosotros.

Todos necesitamos continuamente retornar a Dios, nuestra fuente de vida, porque al final somos humanos, no somos perfectos, fallamos y fallaremos, pido que en este Shabbat sea un Shabbat Shuva, un Shabbat de retorno, y que prepare nuestros corazones para recibir Yom Kippur con un adecuado sentido, queriendo acercarnos a nuestro Padre Celestial.

Shabbat Shalom

Mauricio Quintero