¿Escuchas Su Voz?

“Moisés comunicó el mensaje de Dios a los israelitas, pero ellos no le escucharon a causa de la angustia de espíritu y del duro trabajo”. Shemot 6:9

Esta semana leemos la porción de Vaerá, que significa “Y aparecí”. La porción inicia con un dialogo entre el Eterno y Moshé, en donde Dios le confirma quién es Él, revelando un nuevo nombre a la humanidad. Según leemos Shemot 6:3 dice que el Eterno había sido conocido hasta ese momento como El Shadday, Dios Todopoderoso, pero ahora se revelará al hombre bajo el nombre de YHVH. ¿Porqué? Me parece que el hombre va evolucionando en el tiempo en cuanto a su pensamiento y manera de ser, y trata de suplantar lo Eterno por algo efímero, pasajero. Desde la creación hasta Shemot, pareciese ser que la veneración humana había suplantado al Eterno por aspectos derivados de la creación que no tenían explicación a su nivel de conocimiento, por ejemplo, adoraban al sol, a la luna, a las estrellas, a la naturaleza, a los elementos como el agua, el fuego, el aire o los minerales, o incluso a los animales que podrían generar vida o muerte como los toros, ovejas, serpientes, entre otros. Así que Dios se revela a partir en aquel momento como el Dios Todopoderoso, para establecer que Él el Creador de todo y que que lo que percibimos en el mundo físico está contenido por Él.

Desde Nimrod nace la idea del hombre-dios, y ahora con Paró, esta idea se estableció de manera mucho más fuerte. Ahora el hombre es igual a un dios, y Paró se atribuye que todo lo físico de su imperio fue creado por él, tal y como lo visualizó el profeta Ezequiel cuando dijo: “Yo estoy contra ti, faraón, rey de Egipto, gran monstruo que yaces en el cauce de tus arroyos, que dices: ‘El Nilo es mío, es mi creación”. En el pasado, todo Egipto fue entregado a Paró por mano de Yosef cuando llos egipcios se vendieron a él para salvarse de la hambruna, entregando sus tierras y acordando dar un impuesto de la producción como leemos en Bereshit 47:19-20, de esta manera, Paró se estableció en un hombre superior, quien luego llego a convertirse ante los ojos de las personas en un hombre-dios, es decir, era el “señor” de todo lo existente en Egipto y de su imperio, y bajo esta idea Israel se había adoctrinado, llegando a considerar Paro como su “señor”. Sin embargo, El Señor le dice a Moshé: YO SOY ADONAI (6:2), es decir, Moshé adonai no es Paró, como ante los ojos tuyos y de los demás aparenta, Paró es un suplantador, un engañador, “¡Moshé YO SOY QUIEN ESTÁ SOBRE PARÓ!”. Y de allí es que empodera a Moshé para ejercer como juez delante de Paró (7:1).

Leímos que la primera orden entregada a Moshé en la zarza fue: “Shal Naaleja Meal Ragleja שַׁל־נְעָלֶ֨יךָ֙ מֵעַ֣ל רַגְלֶ֔יךָ, quita tu calzado de tus pies. Es como decir, “Moshé, los zapatos que te han guiado tu forma de andar y caminar en la vida, y han forjado tu pensamiento, debes cambiarlo”. Ragleja puede derivar Raguil, costumbre. Y Naal, contiene las mismas letras que Naul, candado. Es como que el Eterno le dijera entre letras a Moshé: “Moshé, debes cambiar tus costumbres, tu manera de pensar que hasta el día de hoy te ha bloqueado, ha sido un candado que te ha atado”. Esto es esencial, porque si Moshé no dejaba de ver a Paró como un hombre dios, entonces no podría tener autoridad ante este hombre, no podría llegar a ser un libertador y no podría cambiar el pensamiento de servidumbre del pueblo.

Luego, el Eterno enseña cómo haría su redención a través de cuatro expresiones: “Yo soy el Eterno, y os sacaré de debajo de las cargas de los egipcios”; “os libertaré de la servidumbre de ellos”; “os redimiré con brazo extendido y con juicios grandes”; “Y os tomaré por pueblo mío, y YO seré vuestro Dios, y conoceréis que Yo soy el Eterno, vuestro Dios”.

Seguidamente describe la genealogía de Moshé y Aaron, para aclarar el tema de que Moshé, aparentemente egipcio para Israel, realmente es uno de ellos. Después se presenta ante Paró Moshé, y ante la autolimitación que se impone Moshé, Dios le concede que su hermano, Aaron, fuga de vocero y profeta.

Dios les envía y comunica a Moshé que irán delante de Paró para que deje ir a Israel de Egipto, los libere y los compense. A pesar de que Moshé fue empoderado como juez para Paró, Dios le comunica que Paró no querrá mostrar debilidad, ya que está en juego su honor e imperio, ¿el Dios de los esclavos es más fuerte que el dios de los egipcios? Si Paró reconocía esto, seguro sería una revolución social y religiosa muy fuerte, que podría hacer sucumbir al reino. Además, la mentira había sido mantenida durante tanto tiempo, que el mismo Paró la creía vehementemente, por lo que derivó en la obstinación, en la necedad, llegando a endurecer su corazón.

Al inicio, Dios permite que los egipcios realicen “magia” para igualar el poder del Eterno, manifestado en las maravillas de que la vara de Aaron se traga a las serpientes egipcias, el Nilo se torna en sangre, al igual que toda el agua de Egipto, las ranas invaden la tierra, los piojos infestan a los hombres y bestias, y ahora los magos dicen: “este es el dedo de Dios”. Hordas de animales feroces y salvajes devastan Egipto, una peste devasta a los animales domésticos, aparecen llagas que afligen a Egipto, fuego y hielo aparece para que descienda como granizo devastador, y aún así, viendo que lleva la de perder, Paró decide no dar su brazo a torcer.

Sin embargo, quisiera centrarme en un mensaje sencillo pero profundo a su vez. Y es que, como todos en esta vida, en algún momento en que vivimos un presente continuo con dificultades, nuestra confianza y fe se debilita, generando sordera espiritual. Es increíble el sentido de escuchar, de hecho, se dice que es el último órgano en perder su capacidad de percibir en el lecho de muerte. Moshé había logrado cambiar su mente, y para él era tan viable confiar, pero este mensajero no encontró ecos en el mensaje que Dios le había dado debido a que los espíritus de los israelitas estaban aplastados por la cruel esclavitud.

Dice rabeinu Bahia acerca de esta porción: “La razón no fue que no creyeran en la promesa de Dios ni en Su siervo Moisés, sino que se debió únicamente a la falta de aliento y al trabajo duro. La condición colectiva del pueblo era muy similar a la de un individuo que desea morir porque ya no puede soportar el dolor que está padeciendo.” El Rambam agrega: “No fue porque no creyeran en Dios y en Su profeta que no escucharon. Más bien, no prestaron atención a sus palabras por impaciencia de espíritu, como una persona cuya alma está afligida por su miseria y que no quiere vivir un momento más en su sufrimiento, aunque sabe que será aliviada más tarde.” Rashí dice: “no escucharon a Moshé, es decir, no aceptaron sus palabras de consuelo”. En este caso, los comentaristas hablan de que la angustia se manifiesta en un tipo de respiración corta, continua, falta de aire o con dificultad para respirar.

Así que no sé en qué posición pueda estar alguien que escuche este mensaje, por un lado puedes estar del lado de Moshé, estas contento compartiendo tu alegría y tu tesoro encontrado en la torá, pero, ¿has establecido una relación profunda con quién te escucha? Es decir, al momento no sé si Moshé pudo percibir la razón del porqué no lo escucharon, ya que quien da la respuesta no es derivado de una reflexión del mensajero, sino de un tercero. Por otra parte, podemos también ser el receptor del mensaje, pero, ¿cómo es nuestra condición? ¿impaciente de espíritu que no tiene tiempo para sentarse y poner concentración y atención a un mensaje? ¿angustiado con manifestaciones físicas en tu respiración? ¿cargado de trabajo, estrés? ¿cargado con sufrimiento físico, llámese trabajo, abuso físico o enfermedad?

Creo que a este momento Moshé no percibió los ojos de misericordia del Eterno, como un Padre comprensivo que entiende el entorno de sus hijos. No sé si en su cabeza pasó frustración porque era el “enviado especial” y no tuvo eco sus palabras. Quizá hasta pudo haberse sentido inútil. No lo sé. Y por el otro lado, el receptor enfocado en su realidad no puede abrir los ojos a otras posibilidades, ya que el centro de su atención es lo que lo vuelve esclavo, que no puede alzar la vista y atreverse a abrir su mente.

¿Cuál es la solución entonces? ¿cómo abrir nuestros oídos? Creo que la respuesta está en lo que en Pesaj denominamos las 4 copas de la redención, que es costumbre enunciar en el seder de Pesaj, es decir, no es mandamiento de la Torá, pero es una bella costumbre. Encontramos entonces 4 aspectos en el que la liberación va siendo una más elevada que la anterior, veamos: Primero, Dios sabe que debe tratar las necesidades físicas, no se puede tratar el alma si no hay libertad física. Por ello habla de “os sacaré de debajo de las cargas de los egipcios”. Esto es algo físico, ¿puedes concentrarte en un servicio si por ejemplo tienes dolor de cabeza? ¿si tienes un golpe que no permite moverte? Este es el primer peldaño. Aliviar el sufrimiento físico.

Segundo, eleva el grado de complejidad, en corto plazo dice que Israel elevó un gemido que escuchó Dios, no una plegaria, no una oración, un gemido es una expresión de sufrimiento físico básica, que no expresa más que dolor. Ahora, en el mismo verso 5 dice que Dios no vio su esclavitud, Dios vio su servidumbre. Y más adelante dice en el verso 6 dice: “os libertaré de la servidumbre de ellos”. ¿qué es entonces servidumbre? La servidumbre es el estado mental que nos hace comportarnos como esclavos siendo personas libres, es una sensación de que debo seguir sirviendo a pesar de que no sea requerido nuestro servicio. Por ejemplo, recuerdo que teníamos una nana que nos ayudó con nuestros niños a criarlos cuando eran pequeños, además ella nos ayudaba en los quehaceres del hogar. En algunas ocasiones ella se quedaba en la ciudad el fin de semana porque quería realizar trámites personales y se quedaba en nuestra casa. El fin de semana ella no era nuestra empleada, era nuestra invitada. De hecho, la invitábamos a comer para que descansara, sin embargo, aunque fuéramos a un restaurante en donde no debía hacer nada, en su mente seguía trabajando, porque en el restaurante ¡nos recogía los platos como si estuviese trabajando en casa! Esto es servidumbre, eres libre, pero sigues actuando como esclavo por costumbre, por instinto, o por el adjetivo que quieras denominar. Es decir, esta opresión está en la mente. Hay personas que siguen pensando que son malos, que son inútiles, que no pueden, que son alcohólicos, etc. ¡Eres LIBRE! ¡Aprende a mirarte con los ojose que el Eterno te ve!

Tercero, os redimiré. Es decir, pagaré un precio por ti. Nuestra libertad no es gratis, tiene un precio. Además, éramos propiedad de Paró, ahora Dios no es ladrón, no le arrebataría una propiedad de otro, Él se comportaría bajo la más alta ética, y nos compraría. ¿cuál era su valor? Brazo extendido y juicios grandes. Esto nos daría una nueva nacionalidad, ya no seríamos egipcios, ahora seríamos una nueva nación, lo que implica aceptar vivir bajo las leyes de esa nación, la Torá. Esto implica no sólo el cuerpo, sino el alma.

Cuarto, “os tomaré como Pueblo mío”. Ahora que hemos decidido vivir bajo su reino, bajo sus leyes, ahora Él puede decir: “son mis ciudadanos” “son mi propiedad”. La diferencia, es que Hashem nos gobierna con amor y bondad, misericordia y juicio perfecto. En cambio, Paro gobernaba con opresión, dolor, crueldad.

¿Quieres escuchar su voz? NO seas impaciente de espíritu, líbrate de tus angustias, y reduce tu nivel de estrés. David dijo en Tehilim 34:5,7: “Busqué al Señor, y él me respondió, Y me libró de todos mis terrores ….. Este pobre clamó, y el Señor lo oyó, y lo libró de todas sus angustias.” Si no hubiese sido librado, no pudiera haber dicho: “Bendeciré a Jehová en todo tiempo; Su alabanza estará siempre en mi boca.. ¿sabes cuándo escribió esto David? Cuando fue esclavo de Saúl, él había huido a al tierra de Aquis, y tal era su angustia (servidumbre) que fingió estar loco (esclavitud, opresión física), y luego huye a vivir a una cueva. Posiblemente no escuchó la voz de Dios en ese momento, pero al igual que Israel, Dios lo libró, en este caso de sus terrores. MI oración es que Dios nos conceda escuchar su voz en todo momento.

Shabbat Shalom.

Mauricio Quintero