¿Cómo salir del pozo?

“En gran manera he esperado en el Señor, y Él me extendió [Su oído] y escuchó mi clamor. Y me sacó del hoyo estruendoso, del lodo espeso, y puso mis pies sobre la roca, afirmó mis pasos.” (Tehilim 40:2-3)

Creo que cuando empezó la lucha Macabea y estábamos frente a un ejército más numeroso, mejor entrenado y equipado, pienso que Matatías y su familia se sintieron en este pozo cenagoso cuando exclamaron: “¡Qué desgracia! ¡Haber nacido para ver la ruina de mi pueblo y de la ciudad santa, y tener que quedarme con los brazos cruzados mientras que ella cae en manos de sus enemigos y el templo queda en poder de extranjeros…. ¿Para qué seguir viviendo?” (I Macabeos 2:8, 13).

¿Alguna vez han estado en una ciénaga? Recuerdo hace algunos años que estábamos movilizándonos en un “beach break o rompiente de playa” que lleva hacia un manglar llamado “Barra de Santiago”, el cual al bajar la marea el nivel del agua baja. Era de noche, y en este manglar hay cocodrilos y la marea había bajado produciendo que nuestra lancha encallara en la ciénaga. En esta lancha iban mis hijos en edades de 4-6 años e iban otros familiares. Quién guiaba la lancha me pidió: “Por favor, ayúdeme a empujar la lancha”….. esta es quizá la vez en la cual estuve en una ciénaga, en un lodo fangoso o espeso, suficiente como para hundirme a la altura de mi fémur en cada paso, muy difícil de caminar. ¿Cuál era mi sensación? Honestamente, tenía pavor. Pavor a un animal, a la oscuridad que no me permitía ver claramente, al asco al lodo (me tuve que lavar muchas veces luego) y a la desorientación producida por la ansiedad que me producía la oscuridad, la humedad y la suciedad. Es una experiencia que no deseo repetir.

En esta porción, la Torá nos enseña acerca de Yaakov y sus generaciones, de cómo se fue formando una nación incipiente del caos. ¿porqué del caos? Leemos que Yaakov había perdido a su amada Rajel y había separado a su familia por el favoritismo sobre Yosef (37:3); por otra parte, su hijo Rubén posiblemente estaba en depresión por el error cometido con la concubina Bilhá de su padre ya que se ausentó durante el proceso de la venta de su hermano (37:29-30), todos los hermanos hijos de Yaakov sentían envidia de Yosef (37:11) e incluso la Torá dice que no podían hablar pacíficamente con él, que le odiaban (37:4) y vemos una conspiración para tratar de asesinarlo que finalizó en su venta por propuesta de Yehuda (37:20, 26-27).

Como consecuencia de este caos hubo tristeza y dolor en Yaakov (37:34-35), de hecho era como si Yaakov había descendido en vida al Sheol, y finalizó en la separación de la familia ya que en ese día perdieron a Yosef (37:36) y a Yehudá (38:1) quienes más adelante serían las tribus reales o líderes de Israel.

Es interesante la frase utilizada en el verso 37:24 “y lo tomaron y lo echaron al pozo. Y el pozo estaba vacío, no había agua en él.” ¿Acaso no es suficiente decir que era un pozo vacío, sino que debe añadir que no había agua en él? El pozo simboliza la muerte, el abismo (ver Tehilim 30:4 “tú, Señor, me salvaste de la muerte; me diste vida, me libraste de morir (pozo, bor, בֽוֹר)”. La palabra bor aparece dos veces en los relatos de la vida de Yosef, uno es en este verso (37:24 vehabor הַבֹּ֑רָה) y otra en el 41:14 (minhabor מִן־הַבּ֑וֹר) que se traduce como calabozo. Es decir, Yosef no sólo sintió esta sensación una vez en su vida, sino DOS veces, dos veces abandonado. Es decir, esta humillación quiebra al más fuerte sin duda, quita toda esperanza, y sobre todo mata cualquier orgullo.

No existe un error cuando dice que se vendió a Yosef a los midianitas, a los Ismaelitas, y por último a los egipcios (37:28). Fueron tres transacciones a mi entender. No sé si existe un rechazo más alto en la vida que un ser querido y cercano como un hermano te traicione y te venda. Sólo pienso en tantas niñas y mujeres en el medio Oriente que están pasando por este dolor, mi oración es que el Eterno las libere pronto y tengan justicia.

Aquí vemos el principio de Midá Keneged Midá, medida por medida en la que el Eterno estaba trabajando individualmente con los patriarcas de Israel para un propósito mayor en el futuro. Por un lado, Jacob perdió a sus dos hijos, José, a quien creía muerto, y también a Judá, que se había ido después de este terrible incidente. Entonces Judá, habiendo experimentado la muerte de sus dos hijos, Er y Onán, comprendería el dolor de su padre. Por otro lado, José, habiendo sentido por un corto tiempo el abismo de la amargura, fue restaurado y salvaría a su pueblo y consolaría a su padre. Otro ejemplo de “medida por medida” fue después de que Jacob engañó a su padre usando un macho cabrío, ahora también fue engañado con la sangre de un macho cabrío.

Luego la historia nos cuenta de cómo Yosef a pesar de hacer actuar rectamente en su vida, es llevado a un punto de quebrantamiento tal que sea despojado de cualquier indicio de pensar que él tiene “habilidades especiales y que es gracias a que el Yosef, que todo le sale bien en su vida”. Esto lo llevará a aprender en carne viva que el Único que salva es Dios, que sólo Él y nadie más permite lo aparentemente malo porque Dios sabe el fin de cada vida, y que no podemos confiar en nuestras justicias, en nuestras habilidades, sabiduría, belleza, o en hombres como Potifar, el carcelero, un panadero o un copero para que nos saquen del bor (pozo).

Retornando a la pregunta, ¿Por qué la Torá debe decir que no tenía agua el pozo? Porque el agua representa a la Torá. Es decir, un bor sin Torá es equivalente a la desesperación, al caos, a ser un vivo “muerto”. Exactamente esto sucedió en la época de Matatias y Yehuda Macabeo, porque Israel se había apartado de la Torá y le vinieron muchos males, cayeron en el pozo.

El profeta Amós nos dice cómo alguien puede perder la Torá de manera práctica: “Venden al justo por plata y al necesitado, por un par de sandalias. Pisan la cabeza de los desvalidos como si fuera el polvo de la tierra y niegan la justicia al oprimido. Padre e hijo se acuestan con la misma joven, profanando así mi Santo Nombre. Junto a cualquier altar se acuestan sobre ropa que tomaron en prenda, y el vino que han cobrado como multa lo beben en la casa de sus dioses”. Si leemos bien, se está quebrantando el principio de amor al prójimo, idolatría (amor al Eterno) y decadencia moral que en la Torá se nos había prohibido practicar. Vemos entonces, cómo influye estar en el hoyo sin Torá.

En las últimas semanas he pasado por situaciones adversas de salud, de economía, de familia, de trabajo, de vehículos, etc. y pienso que me hundo en el lodo de la desesperación, pero sigo esperando la respuesta del Cielo, porque de allí vendrá mi socorro. Muchas veces en nuestras vidas Dios permite que caigamos en estos pozos, pero la pregunta como me la hizo en su momento nuestro RANEBI, ¿sabes cuál es la diferencia de los problemas en la vida? Puedes enfrentarlos CON o SIN Torá. Cuando hay Torá, tenemos esperanza, ¡pero qué horror es caer en manos del Eterno sin esperanza!

En este período de Janucá, mi deseo es que el Eterno nos permita ser luz, y que tengamos la conciencia de que no somos nosotros quienes alumbramos por nuestras capacidades, sino que es el Eterno quién nos alumbra. La esperanza producirá un milagro como cuando se alargó el período natural del aceite en la Menorá en la época Macabea, y también nos dará esperanza que vemos en Yosef, porque no menciona la Torá que hubiese reclamado al Cielo por todas las dificultades en su vida: “rechazado por su familia, su padre no lo buscó, fue vendido tres veces, fue difamado injustamente, fue metido a la cárcel, se olvidaron de él, nadie agradeció su servicio, y no sé cuántas tristezas más”, pero recordemos que estas vivencias lo prepararon para llegar a ser el Virrey más adelante. Hoy en día, si no estás en un pozo, vive la vida agradecido. Si estás en un pozo, agradece a Dios y recíbelo con alegría, estás creciendo, pero sobre todo si estás en el pozo, ¿cómo lo vivirás? ¿Con Torá o sin Torá?

Januka Sameaj, Shabbat Shalom.

Mauricio Quintero