¿Cómo crecer al éxito?
Esta pregunta ha resonado últimamente en mi entorno. Debido a la finalización del año secular 2024, muchos de mis parientes y amigos usualmente buscan ir a una Iglesia para escuchar mensajes al respecto de cómo resumir un año secular y de cómo enfrentar los nuevos desafíos en el 2025. Aunque para nosotros la Torá es clara en indicarnos que nuestro punto de partida del año es durante la festividad de Pésaj, también hemos caído en sustituir debido a la tradición de celebrar en Rosh Hashaná cercano a Yom Kippur y a Sucot como el inicio del año hebreo. Sea como fuere, lo que sabemos es que se están cumpliendo ciclos.
De hecho, la vida es cíclica, ida y retorno, girar, dar vueltas para reiniciar. Lo importante es no hacer ciclos en un círculo plano, sino en una espiral ascendente. Para poner un enfoque más profundo a esta porción, debemos enfocarnos en el pasado de la vida de Yosef y de Juda, que es el epicentro de la porción de esta semana ya que se centra en la restauración del orden de las relaciones entre la familia de Jacob.
En resumen, la porción habla del dialogo entre Judá y Yosef para liberar a Benjamín, luego nos enseña la Torá que José no puede contenerse y se revela a sus hermanos comprendiendo hasta dicho momento que el propósito del sufrimiento que vivió para llegar a ser virrey de Egipto era para salvar a los descendientes de Yaakov, quienes serán en el futuro la nación de Israel. De hecho, Dios habla en sueño a Yaakov indicando que descenderán a Egipto, pero luego serán retornados a la tierra de Canaán prometida a Abraham. Al final Yosef consolida a Paró como dueño de las posesiones, tierras y personas en Egipto, y logra enviar a su familia a una tierra fértil, en Goshen para que se establezcan y sean prósperos.
Pero, entonces, ¿cómo hilamos la pregunta inicial? ¿cómo ser prósperos en este nuevo ciclo? Es común escuchar al menos en español la frase en esta época: “Feliz y próspero 2025”. Uno se pregunta, ¿realmente se comprende el alcance de esta frase? Honestamente, más judía no puede ser. El mundo comprende que ser feliz equivale a una selfie sonriente, a una foto y a vivir momentos alegres. Por otra parte, ser próspero implica estar en la cima económica de bienestar sin experimentar necesidades. Hasta cierto punto es válido, pero honestamente, es incompleto.
Esta porción resume “ser feliz y ser próspero”. Para lograr ambas cosas requiere de un esfuerzo. Comenzamos diciendo: “Vayigash elav Yehudah vayomer” וַיִּגַּ֨שׁ אֵלָ֜יו יְהוּדָ֗ה וַיֹּ֘אמֶר֘ “Judá se acercó a José y le dijo”. Esta porción implica la primera lección práctica de vida, nosotros debemos hacer que las cosas sucedan. Yehuda pudo haber esperado y quedarse callado dejando a Benajmín como garantía. Acá vemos que Yehuda había cambiado, posiblemente con el episodio de Tamar lo llevó a pensar que ser un tzadik se muestra en las obras y no en las palabras. Él fue el responsable directo de haber vendido a su hermano en el pasado y de haber iniciado el dolor profundo en el corazón de su padre. Luego de 22 años de ese episodio aproximadamente, él ya no era insensible al dolor de sus hermanos, quizá por el hecho de haberlo vivido en carne propia, había perdido a dos hijos (comprendió el dolor de su padre) y haber perdido a dos hermanos (sus dos hijos Or y Oná) quedando con dolor dicha separación su hijo Selá, y vió como Dios reunificó a su familia otorgándole dos hijos (Lecah and Laadah) y devolviendo a su hijo Selá a dos nuevos hermanos. También había tomado un rol de cabeza entre sus hermanos, pero aún no era completo. Al hacer la lectura previa, no sé qué estaba pasando en la cabeza de todos sus hermanos ante el aprisionamiento de Benjamín, pero parece que este momento cuando él decide acercarse y hablar, fue un punto de inflexión en Judá para consolidarlo como líder.
¿Qué denotó Yosef? Denoto a un hombre más maduro, no guiado por su impulso, por hacer las cosas sin pensar. Vemos anteriormente cuando vendió a su hermano, lo vendió impulsado por una emoción de rechazo hacia Yosef. Cuando iba a marcar a su nuera Tamar, lo haría marcado por su impulso de cólera en la emoción. En esta oportunidad, comienza su impulso de moverse (se acerca) pero pone una señal de tomar el control de la emoción, cuando comienza a hablar. Dios no hace cambiar su personalidad o sus emociones, pero ahora Judá toma el control para enfocar sus emociones a la razón y actuar con base a ello. ¡cuánta gente pierde oportunidades de negocio por no saber manejar sus emociones! ¡Cuántas personas pierden sus familias, hogares, matrimonios por no saber controlar sus emociones! El camino a la felicidad y prosperidad comienza equilibrando las emociones y las acciones en forma de impulso.
Leemos a continuación: V.18 “Ruego, mi señor, que pueda hablar tu siervo una palabra en presencia de mi señor, y no se encienda tu ira contra tu siervo; porque tú eres igual al Faraón.” Literalmente no dice hablar una palabra en la presencia de mi señor, sino que la expresión es “que mis palabras entren en tus oídos”. Por primera vez el “león mostró que tenía expresiones de oveja”. Judá comienza ahora a hablar con la razón, pero también con el corazón. Denota humildad, no la arrogancia que mostró en el episodio de Tamar. Además, reconoció su posición ante el virrey y habló sabiamente. Para ser nuevamente feliz y próspero debemos entender nuestra posición, ser solícitos en hablar prudentemente, pero también ser honestos en nuestras palabras, porque, aunque no lo creas, las personas conocen cuando no eres sincero y honesto en lo que dices y expresas. Por ejemplo, no puedo decir a alguien “soy feliz cuando tengo la cara amargada”, no hay congruencia.
Entre el verso 19 y 34 Judá comienza a ser honesto, sincero y denota que ahora ha asumido el rol de líder entre sus hermanos. Judá se separó de su casa luego del episodio de José, y luego quizá por el hambre fueron reunidos nuevamente. Ahora vemos una porción de “medida por medida”, debido a que Judá vendió a José como esclavo, él ahora se ve obligado a ofrecerse como esclavo a José (v.33). Si bien es cierto que Yosef no tuvo una buena relación con sus hermanos en el pasado, creo que él supo quién lo había vendido, creo que Dios tenía que sanar el corazón de Yosef y el corazón de Judá, porque para ser Israel, debía existir una reconciliación y reunificación de los hermanos. Tanto es así de importante este tema, que el profeta Ezequiel en la porción de la Hafatá de la semana habla del vástago de Yosef y el de Judá, y de cómo es necesario ponerlos a ambos juntos para que se hagan uno solo. Ante Dios, no existen dos reinos de Israel, para Dios existe una sola nación. Así que para ser feliz y próspero es necesario reestablecer y reunir las relaciones familiares, pero para lograrlo, es necesario el diálogo honesto y sincero. Era más que claro que Yosef como describe el capitulo 45, estaba haciendo un esfuerzo sobrehumano por contener sus emociones. Dios lo estaba sanando mientras escuchaba a sus hermanos como incógnito. Ellos habían hecho Teshuvá.
Y realmente, con la Teshuvá retorna el equilibrio de todas las cosas, y también Yosef hizo Teshuvá por el resentimiento que pudo haber en él. El capítulo 45 ordena que salgan todos del lugar donde estaba la discusión con sus hermanos, hasta ese momento, él había sido el virrey, vestido como egipcio y con lengua egipcia. Sus hermanos no le reconocieron. Con tal de no humillarlos hizo salir a todos de su presencia, y es allí donde pudo liberar sus emociones. Parte del equilibrio es sacar sus emociones, algo que en lo personal me cuesta mucho hacer, pero es parte de ser humano. No somos de piedra, no somos de material inerte, somos humanos, y debemos demostrar de manera saludable nuestras emociones. La contención de las emociones trae enfermedades y dolor en el alma. Por ello dice textualmente “comenzó a llorar a gritos”. No sé qué liberación de emociones tuvo, pero debió de haber sentido una liberación en su alma. Hasta liberar su emoción pudo hablar y decir: “ani Yosef, Yo soy José”.
Al inicio sus hermanos no le creyeron, ¿cómo era posible que un esclavo en las condiciones de aquella época estuviera vivo y fuera virrey? Él ahora, como hizo Judá antes, se acerca (hace una acción) y ellos dice se acercaron. Es decir, se reunifica Israel. Reinicia su diálogo detallando que es José, SU HERMANO, y les confirma un hecho que sólo quienes estuvieron en el pozo conocían: “a quien vendisteis”. En este momento José comprende el porqué pasaron 22 años de dolor, tristeza, amargura, humillaciones, vejaciones, cansancio físico, agotamiento, entre muchas otras experiencias que un esclavo vive. Y repite como tres veces “Dios me envió delante de ustedes”. Ya el tema no era personal, el tema era que Dios hace todo bien en su tiempo. Entonces, para ser feliz y próspero no hay que ver el hoy como el fin, sino como el medio que Dios ha dispuesto para crecer, teniendo en mente siempre que la vida presente “esto es para mi bien”.
Así que, aunque pudiera extenderme mucho más en lo subsiguientes versos que están asociados al mismo tema, podemos decir, que la felicidad y la prosperidad no es un camino fácil, sino que es sinuoso lleno de vicisitudes, en el cual Dios nos hará pasar por momentos no tan fáciles como enfrentar aquel pasado doloroso, tratar con aquellas personas que no son tan asequibles a uno, y de llegar al punto de equilibrio entre emociones y acciones.
Deseo que este ciclo secular 2025 sea bueno, que el tiempo que transcurre entre Janucá y Pesaj, sea bueno, y que la luz que nos iluminó en Janucá nos ayude a ser luz alrededor nuestro. Lo mejor de lo mejor para todos.
Shabbat Shalom
Mauricio Quintero