“Y esta es la bendición”.
Este año a diferencia de la costumbre judía de leer la porción referente a Yom Kippur, hemos tenido a bien leer la porción de Vezot Habrajá, que usualmente se lee para la festividad de Simját Torá la cual se celebrará a finales de octubre.
Esta porción nos relata el cierre de la Torá y lamentablemente es un relato oculto para muchos, ya que no dedicamos tiempo a leerla y aprender de ella. Esto equivaldría a no leer el final de un libro, es decir, ¿a qué conclusión llega una lectura? Si bien es cierto, la Torá no es una novela o un libro de ficción, tanto el inicio como el final son importantes de leer.
Vezot Habrajá relata las bendiciones que reciben las tribus de Israel (a excepción de Simeón) antes de que ocurra la muerte de Moshé. Posteriormente, relata cómo muere nuestro gran profeta, maestro y guía, y la Torá ensalza a nuestro líder indicando que no habrá y ni existió alguien como Moshé, quien vio al Eterno cara a cara, alguien a quien Dios le concedió realizar por medio de su mano proezas que nunca se han visto o se verán en el futuro frente a una multitud de testigos. Previo a morir, la torá detalla claramente quién sería su sucesor, estableciendo a Yehoshua como el nuevo líder que liderará a Israel en la tierra prometida, también nos cuenta que Dios les cumple su promesa a Moshé de que vería la tierra antes de morir.
Quisiera alejarme un poco de la lectura simple de esta porción, y sacar una conclusión personal sobre el libro de la Torá. Creo que el tema central de ella es que relata cuánto Dios ama al hombre. Leímos al inicio en Bereshit, que comienza relatando acerca de la creación y finaliza la torá relatando acerca del cierre de una creación, su momento de muerte. Parece que al inicio Dios va tejiendo en su Creación el hábitat adecuado para que el ser humano pueda vivir y desarrollarse. ¡Cuánto amor! ¡Crear todo el Universo para que un ser vivo lo aprecie y lo disfrute!; luego, leemos que una vez están las condiciones básicas de la vida como tiempo, el sol, la ubicación del planeta en el universo, el agua, el oxígeno, la cadena alimenticia (en forma de plantas y animales), Dios decide formar al hombre. Este hombre, nace en un jardín en donde puede crecer, alimentarse, reproducirse y vivir en plena conciencia. Aún así, sin necesitar de nada más, Dios le concede el más grande regalo de todos los existentes: El Libre Albedrío.
Al momento de recibir este regalo, Dios decide que no es bueno que el hombre sea un solo ser, y decide crear otro regalo, la socialización, que inicia con la relación con Java y luego es extendida hacia la familia. Todo parecía ser perfecto, hasta que el hombre toma una decisión errónea y decide buscar suplantar a Dios, ¿recuerdan la frase de: “seréis como Dios y no moriréis? Usualmente descargamos la culpa en que fueron engañados por la serpiente, pero realmente pienso que la serpiente sólo les expresó lo que ellos pensaban y deseaban, y usaron esta frase como un trampolín para cometer el error.
A pesar de todo, Dios los perdona, y los cubre en su desnudez. Leemos posteriormente, que esta decisión trae consecuencias eternas para la raza humana. Hoy el hombre deja de ver a Dios claramente como lo hicieron Adán Ha-rishon y Java. A partir de ahora, deben buscar a Dios porque se desarrollan en el mundo (Olam) en el que Dios aparentemente está oculto. Como consecuencia de no buscar una relación con el Eterno, la espiritualidad se reduce en el hombre y se incrementa su instinto animal, provocando el primer asesinato, los problemas familiares, la esclavitud, la negación de la existencia de Dios, la idolatría, el desenfreno sexual, el poder, y el hombre suplantando a Dios.
Después leemos que el hombre practica tanto la maldad, que Dios decide erradicar a la raza humana, y envía un diluvio. Dios muestra nuevamente su amor, haciendo que la humanidad renazca a través de los hijos de Noaj, sin embargo, la corrupción ya está inherente en el hombre, y nuevamente, regresa a su estado previo al diluvio, hasta que uno de los descendientes de Shem llamado Abraham decide acercarse a Dios. Este hombre rompe el molde, y decide creer a un Dios no visto, sin forma, y emprende una jornada nómada que lo lleva hacia la tierra de Canaán, una tierra en la cual sus habitantes habían llegado a un nivel de corrupción tal, que Dios decide desterrarlos y entregarlo a la descendencia de Abraham. En este proceso, Dios pone a prueba a este hombre cuando le concede un hijo a edad tardía, y le pide sacrificarlo. A pesar de ir en contra de toda lógica, este hombre obedece y Dios le concede un pacto, el cual lo sella con el pacto de circuncisión y promete que esta tierra sería de su descendencia en un futuro. Abraham muere y sus descendientes Isaac y Yaakov, siguen la creencia de Abraham que existe un Dios Único. A pesar de vivir una vida nómada y con muchas pruebas, Dios permite que los hijos de Yaakov desciendan a Egipto y se establezcan en ese lugar.
Una vez establecidos y habiendo tenido un virrey en el gobierno más poderoso del mundo de aquel entonces, Dios permite que suba un gobernador egipcio quien los humilla, los trata de asimilar a las costumbres egipcias, y finalizan siendo esclavos. De esta esclavitud, nace una nueva nación: Israel.
Como sabemos, cada nacimiento requiere de dolor previo, y en efecto esta nación sufre mucho. Al final, este rey, Paró, sucumbe a Dios y Dios saca de Egipto a Israel. Una vez afuera en el desierto, Dios les retorna su libre albedrío y son libres nuevamente. Pero ¿libres para qué?
Nuevamente Dios les muestra su amor, levantando a un líder, Moshé, a quién le revela la Torá. Moshé decide no guardar la Torá, sino comunicarla a la humanidad haciéndola pública, y este mensaje es simple: Dios quiere reconectarse con el hombre, pero para reconectarnos necesitamos vivir presentables delante de Él, pero ¿cómo? Siguiendo y obedeciendo los mandamientos del Eterno los cuales son expuesto en toda la Torá y son revelados en su monte. Ahora Dios, está en Sinaí y es en este lugar donde el pueblo dice: “haremos y obedeceremos”. Sin embargo, el hombre continuamente falla, y esta nación especial por sus malas decisiones retrasa su viaje hacia la tierra prometida 40 años.
Dios continuamente está mostrando su amor, porque de todos los relatos previos y muchos más, leemos sobre una relación en donde continuamente el Dios de comenzar de nuevo se manifiesta, y una vez que el hombre se humilla y reconoce sus errores haciendo teshuvá (retorno) Dios está dispuesto a perdonarlo, cubrir sus errores, y reestablecer su relación mostrándole su amor y bondad, por ello dice en Devarim 7:9 “Has de saber, pues, que Adonai tu Dios es el Dios verdadero, el Dios verdadero, el Dios fiel que guarda la alianza y el amor por mil generaciones a los que le aman y guardan sus mandamientos”.
Esta vida física se rige por una ley: La ley del ciclo. Desde el momento que entramos en el “cronos” se establecen tiempos para todos los mortales, y la Torá desea dejar en claro que Moshé no fue la excepción ya que 2 veces se menciona en esta porción que muere como todos los demás seres humanos, estableciendo un estándar al que todos podemos acceder si vivimos la espiritualidad como enseñó.
Así que el caos inicial de Bereshit termina diríamos con el cierre de la vida humana, la muerte. Pero aún así, luego de la muerte finaliza con esperanza, esperanza que la siguiente generación nos representará como Josué, y verán cosas que no nunca vimos, vivirán experiencias con la Divinidad que no vivimos, y que el legado que Dios nos ha entregado continuará, que la huella que dejemos en este mundo vivirá y traspasará al momento de nuestra muerte. Al final, la serpiente no mintió, cuando dijo no “moriréis”, porque la vida sigue y continua, el alma sólo se transforma.
Y de esto, trata Yom Kippur, de la esperanza, de que cuando el hombre decide acercarse a Dios, decide humillarse y mantener una actitud correcta confesando su error, Dios le muestra Su Amor otorgándole la posibilidad de reconectarse con Él, y de trascender. Entonces, ¿Por qué Moshé habla de una brajá (bendición) y resulta que desarrolla muchas bendiciones? Porque así es la bendición del Eterno, Sus Palabras y Él mismo son nuestra herencia, nuestra bendición. En Ezequiel 44:29 refiriéndose a los sacerdotes y reproduciendo las palabras dichas a Aaron en Números 18 dice: “Ésta será su porción, porque yo soy su porción”, es decir, la porción más grande que un ser humano puede recibir es el Eterno. Esto lo entendió el salmista cuando dijo: “Tus testimonios son mi herencia eterna; son el deleite de mi corazón (119:111)”.
Yo me sorprendo del amor del Eterno, ¡convirtió al final del día el caos (Tohu Vavohu) en Brajá (bendición) para el ser humano! Estamos en la época de los moedim con significado, de nosotros dependerá convertir el caos en brajot (bendiciones). Israel está viviendo un caos con guerras al sur, al norte y al oriente, y con occidente como Francia haciendo acciones inaceptables. Si Israel decide hacer su herencia a Dios y a su Torá (palabras de vida Eterna) seguramente resurgirá la paz y retornará el equilibrio. Mi oración para este Shabbat y este año es que Dios nos conceda la paz, la vida y que seamos inscritos en el libro de la vida en el 5785, que vivamos con esperanza y mucha brajot en nuestros hogares.
Shabbat Shalom
Mauricio Quintero