¿Está Dios en nuestra vida diaria?
La porción de esta semana Emor, que significa “hablar”, contiene los siguientes temas en general: Primero, se presentan las normativas que regulan la vida y los sacrificios de los sacerdotes; segundo, los tiempos establecidos (moedim) del calendario judío se nombran y describen (Shabbat, Yom Terua -Rosh Hashaná, Yom Kippur, Pesaj, Shavuot y Sucot); tercero, la ordenanza referente al aceite de oliva para encender la menorá e ingredientes para el pan del santuario; se describen las normas de un blasfemo.
Aparentemente esta porción tiene poca aplicación en la vida cotidiana de las personas, pero veremos a continuación que esto no es así. De hecho, esta porción habla acerca de la vida cotidiana de los sacerdotes, del pueblo y de personas normales del pueblo, es decir, personas que no ejercían como sacerdotes.
El sacerdote cumplía ciertos roles, que no los hacía especiales respecto a ser “mejores seres humanos” o a darles ciertos privilegios sobre los demás, más bien, ellos ejercían roles para servir a Dios, y cuando servían a Dios, servían de igual manera a los demás. Para servir a Dios y estar presentables delante de Él, ellos debían ejercer un servicio, que era su vida cotidiana. Esta es la primera enseñanza que quisiera destacar en esta porción: “En nuestros quehaceres cotidianos, debe estar presente Dios”. Debemos actuar santificando y elevando el Nombre Divino en nuestra vida diaria, no importa si lavo los platos, barro, conduzco en la carretera, tomo el autobús, estoy en el supermercado, o estoy detrás de una computadora en el trabajo, o realizando el oficio que Dios me ha encomendado realizar para que este mundo sea mejor. En todo momento, nuestro estándar de vida y comportamiento, debe de ser como el del sacerdote, conocer que tengo un rol, pero este rol me exige que tenga la conciencia de que estoy delante del Eterno en todo momento, lo que a su vez implica que debo tener un alto estándar en mis vestimentas, actitud de servicio, ejecución con excelencia del trabajo, un comportamiento y conducta intachable, conocer mis limitaciones de qué puedo y no puedo realizar, y cuidar mis relaciones interpersonales y mi alimentación.
Todo lo anteriormente dicho, lo leemos en los roles de lo qué podía y no podía realizar un sacerdote. Leemos que la primera ordenanza dada a ellos es que no pueden estar en contacto con personas muertas, a excepción de sus parientes más cercanos en su círculo íntimo familiar (esposa, padres, hijo, hermana virgen). Sabes, hay un dicho en español que solemos decir: “dime con quién andas, y te diré quién eres”. En términos prácticos un muerto es un cuerpo que no contiene vida dentro de si mismo. ¿Y quién es nuestra fuente de vida? Dios. Dice Tehilim 36:9 “Porque en ti está la fuente de la vida”. Entonces, hoy en día hay muchas personas vivas que realmente están muertas, porque han contraído voluntariamente el manantial de vida de ellos. Sí, Dios está en medio de ellos, pero se están suicidando espiritualmente y emulan muerte. A diferencia del mundo moderno que habla de la no discriminación como un derecho humano, Dios hace diferencia desde el inicio de la creación, él separa la vida y la muerte, el día y la noche, la tierra y el agua, esto quiere decir, que no debemos caer en pensamientos progresistas de que debemos formar lazos con muertos espirituales. Dice Mishlei 22:5 “Espinos y lazos hay en el camino del perverso; el que cuida su alma se alejará de ellos.”
Entonces, ¿qué debemos hacer con los muertos?, ilustro con un ejemplo, supóngase que una persona que emana muerte, podría ser un narcotraficante, y él quiere acercarse a la Divinidad. ¿debemos unirnos a él (impurificarnos) o nos mantenernos lejos de él? La respuesta es gris. ¿debo discriminarlo porque es una persona que es mala realmente? En lo personal yo actuaría muy cauteloso porque primero no sé sus intenciones, y este tipo de personas buscan un “totem” de la buena suerte, y este podría ser el “totem del judaísmo” y no realmente a Dios. Usualmente, ellos son sanguinarios y perversos, y buscan en la religión (no importa cuál sea) una especie de “seguro de protección”, pensando que sus obras malas necesitan un poco de “bondad” para que no les llegue el Juicio Divino rápidamente, sino que se dilate, y que en su cuenta de generosidad haya un poco de saldo para cubrir sus pecados. ¿Qué me dice la Torá? “por un muerto entre su pueblo, no se impurifique” (21:1). Caso diferente es que fue un malvado y cambió totalmente su vida. Entonces, este ejemplo sencillo aplica a nosotros: no nos impurifiquemos por un muerto, tarde o temprano, te puedes impurificar.
Pero ¿por cuál tipo de muerto sí puedo impurificarme? La respuesta la da la Torá en este orden: su mujer, su madre, su padre, su hijo, su hija, su hermano y su hermana virgen. Es interesante que la Torá nos pone el orden de las prioridades familiares para los hombres en estos versos. Primero, la torá parte del hecho que el sacerdote es un hombre casado. ¿saben ustedes que este es un reto mundial el hecho de que haya matrimonios en el mundo? No es raro escuchar a los jóvenes hoy en día que quieren sustituir hijos por “perrijos” o “gatijos”, que la mayoría quiere tener una “relación abierta heterosexual” sin casarse en edad adulta, o vivir juntos que se traduce en vivir en “fornicación socialmente aceptable”, pero huyen a casarse. Es decir, la gente está huyendo del compromiso. La Torá nos está animando a que es necesario estar comprometidos en este mundo físico para estar comprometidos en el mundo espiritual. Así que, si estás casado, eres un milagro, y el milagro hay que agradecerlo y cuidarlo. Tu esposa es tu prioridad, una vez casado, ella es tu prioridad por sobre tus padres, hijos y hermanos. Si no se logra priorizar el orden de la Torá, habrá caos. ¡Cuántos matrimonios fracasan hoy en día por no prioridades las relaciones familiares! Esto va en dos sentidos, tanto del esposo priorizar a su esposa, así como del resto de la familia comprenden este orden de prioridades. Ejemplos simples, mi esposa me pide ir al super y mi mamá me pide ir al salón de belleza a la misma hora, ¿quién es mi prioridad? Según la Torá, mi esposa. Ella sólo tiene a un esposo, mi madre podría tener otro hijo o mover su cita. Habrá oportunidades que la decisión sea más complicada, pero la decisión de la prioridad debe ser conjunta entre el esposo y la esposa, es decir la Torá es sabia. Es decir, continuando con el ejemplo anterior, lo correcto es preguntar a mi esposa si está de acuerdo en que podamos dejar a mi madre antes de ir al super, es decir, decidimos en conjunto.
Luego de comprender lo que implica tener una esposa en mis relaciones familiares, la Torá deja entrever de que el sacerdote debería gozar de una relación sana y cercana con sus progenitores, es decir, su madre y padre (en este orden). Hoy en día, es triste ver cómo muchas personas adultas envejecen solas, y en el olvido de sus hijos. ¿Dónde está hoy la honra hacia los padres? Hoy en día con la migración derivada de la globalización, este problema aún es mayor. Los hijos en edad productiva se olvidan de sus progenitores y no mantienen una relación cercana con ellos, no saben si comieron, si carecen de ropa o si han cubierto sus gastos mínimos diarios, si se bañaron o si han platicado con alguien en el día y no sólo con las cuatro paredes de su dormitorio. No olvides de que quién eres hoy, es fruto del esfuerzo y sacrificio de alguien que cuidó, nutrió y te convirtió en lo que eres ahora. Claramente nos fue dicho en el Sinaí: “Honra a tu padre y madre, y teme a tu madre y tu padre”.
Luego la prioridad del sacerdote se centra en su hijo e hija. Las prioridades son extrañas acá, y es que como hombres tendemos a priorizar a las niñas por ser más vulnerables sobre los varones, es como que si el cuido de la niña es algo más innato y pensamos que los varones se pueden criar solos. En mi caso, tengo dos varones y una niña, y pienso que mi hija es más vulnerable y que requiere de mi protección olvidándome de mis hijos varones. No habla de no cuidarla, nutrirla, sino que invierte mi “prioridad” innata por una prioridad pensada y que requiere conciencia obligada. Por último, deja a los hermanos y hermanas vírgenes, es decir, aquella hermana que no goza de una cobertura de un esposo. Una vez se casa una hermana, ella gozará de una prioridad que es su esposo. He visto tantos casos de que en los hogares meten a sus hermanos a convivir, y me parece que esto genera conflictos contraproducentes. Casados, vivan en la posición natural de las sílabas que leemos en español: “CASA- DOS”. No metan en sus relaciones a sus hermanos, es contraproducente.
Luego, la prioridad es en el cuerpo. Habla de cuidar nuestro cuerpo con no hacernos tatuajes, rasurarnos indebidamente, la autoflagelación. Hoy es una moda los tatuajes, los cortes de pelo extraños y algunos podrían decirse son hasta indecorosos, además de ponerse “piercings” por todo el cuerpo al punto de que algunos se vuelven deformes. La Torá nos enseña: “sacerdote atrévete a ser distinto”.
Emor también pone límites a las relaciones y a la elección de esposa del sacerdote, por ejemplo, debía de casarse con alguien pura, no una mujer cualquiera. También pone un ejemplo de psicología inversa referente a que si mi hija se vuelve prostituta debería ser ejecutada. Si lo leo con ojos modernos del 2024, diría: “¡Huy! ¡La Torá qué malvada es! Pero en realidad lo que nos dice es: “sacerdote cría a tu hija de manera tal, que no busque la prostitución como opción para vivir”. También, es una contracultura, ya que la prostitución y el servicio religioso en Canaán estaban asociados.
Al sumo sacerdote, el estándar era aún mayor. De esto aprendo que entre más responsabilidad tengo, mayor es mi consagración al servicio del Eterno, porque estoy más cerca de Él.
Por otra parte, ningún sacerdote discapacitado podría ofrecer sacrificios, puede comer de los sacrificios, sin embargo, no se le permitía acercarse al Altar. Esto genera preguntas, si Dios lo creo con la discapacidad o permitió la circunstancia que lo llevó a su discapacidad, ¿no sería un poco discriminatorio? Nuevamente, esta es una lectura simple con mente progresista moderna. La razón para ello, para mi eran varias situaciones: Primero, ejercer el trabajo del sacrificio requería un esfuerzo físico muy fuerte, realmente necesitabas ser un atleta. ¿se pueden imaginar, por ejemplo, si presentaban un toro cómo sería el arduo trabajo físico? Realmente es agotador, y si nos vamos a no espiritualizarlo tanto, sino nuevamente a la vida práctica cotidiana, realmente lo que manda Dios es proteger la vida del sacerdote, cuidar su integridad. ¿porqué someterlo a una tarea que implica un desgaste mayor para ellos del que una persona normal puede tener? Por ejemplo, si soy cojo, ¿cuál es mi riesgo de caerme del altar con un animal que voy a sacrificar? Obviamente será mayor que el de una persona normal. Si soy ciego, ¿qué posibilidades hay de que me queme delante del fuego o que me corte la mano por no ver el filo de un cuchillo? Así, podríamos mencionar muchas cosas más. Sin embargo, el Eterno les dice a ellos que les quita el rol de sacerdotes, ¡No! Lo que les dice el Eterno es que harán actividades seguras para ellos mismos.
Por último, la porción que Dios te ha dado es para ti. Leemos que la carne para el consumo del sacerdote producto de los sacrificios, era para él exclusivamente. No podrían compartirlo con personas laicas, sin embargo, con las mujeres más vulnerables (hijas viudas y esclavas) podría compartirlo. Creo que lo que Dios te ha dado debes cuidarlo.
Aunque podría extenderme más, quisiera solo añadir que esta porción también nos enseña otras cosas cotidianas: A Dios hay que presentarse con lo mejor (ofrendas sin defectos (capítulos 22-23), hay que santificar el tiempo. El tiempo es lo más valioso que Dios te ha dado, y si no se sabe administrar no lo estas santificando. Hay que santificar lo que hablamos, es decir nuestra boca. Quien blasfema el Nombre Divino es similar a quien asesina a un ser humano, por ello Yojanán, talmidim de Yeshua dijo: “Todo aquel que aborrece a su hermano es homicida” (1 Juan 3:15). Si vemos cada aspecto de la porción nos damos cuenta de lo práctico de lo que es la Torá, por ello es manatial de vida como dice Mishlei 13:14, “la Torá del sabio es manantial de vida”. Me podrían decir que esto sólo aplica a las familias de los Cohenim, sin embargo, Dios dijo que éramos reyes y sacerdotes (Shemot 19:6), así que, sí, esto aplica para nosotros también.
Mi oración de este Shabbat es que podamos poner en práctica en nuestra vida diaria a la Torá para que seamos un manantial de vida y luz en nuestro entorno.
Shabbat Shalom
Mauricio Quintero