“Esfuérzate, no Desfallezcas”

Esta porción contiene muchos tesoros los cuales expongo como temas centrales: Primero, invita a los Israelitas a acordarse de la protección Divina en todo momento, desde un pasado que no conocieron cuando dice que un arameo quiso matar a tu antepasado, hasta superar los peligros que vivieron para llegar al momento cumbre de entrar y poseer la tierra que había sido prometida, y que por supuesto se recuerden de agradecer al Eterno al recibir los primeros frutos de la tierra, a traerlos al lugar que el Eterno escogió (capitulo 26). No es tanto porque Dios necesita de frutos, sino que Él se agrada de los corazones agradecidos que dan.

Segundo tema, se expone que se deben (27:1-8) mostrar en grandes piedras los mandamientos para que sean vistos por quienes vayan a ingresar a la tierra. Esta costumbre era muy común en la época del código Hammurabi cuando las leyes eran exhibidas en forma de estelas en los caminos por donde circulaban las personas, de tal forma que al exhibirlas en piedras daban la idea que eran leyes eternas (superando el tiempo con un material más perenne) y se convertían en leyes públicas (al ser exhibidas para cualquier viajero en el camino), de tal manera que no se podía presumir de desconocimiento. Al parecer esta misma idea se plasmó cuando se hacen públicas las leyes para que los viajeros conozcan sus leyes y sus costumbres, era digamos, una manera de socializar la Torá.

Tercer tema, los levitas deben proclamar las bendiciones y las aparentes “maldiciones” -ya que no podemos decir que del Cielo vienen maldiciones, sino más bien “correctores de conducta para hacernos rectificar nuestro camino” (27:15-28:69). En el monte Ebal se colocan a 6 tribus (Rubén, Gad, Asher, Zebulón, Dan y Naftalí) para proclamar las maldiciones, y sobre el Monte Guerizim las otras 6 tribus (Simón, Leví, Judá, Isajar, José y Benjamín) para proclamar las bendiciones. El tema central es la aceptación de estas proclamaciones por parte del pueblo cuando dicen todos: Amén.

Cuarto tema, Moshé les recuerda los milagros de los que fueron testigos en el desierto y les ordena que puedan observar las mitzvot a fin de que les vaya bien en lo que su corazón desee emprender (29:1-8).

Fuera de estas generalidades de la porción, quisiera enfocarme en la siguiente idea que se ha venido continuamente durante la semana mientras he leído la porción, y es la idea que nos da a entrever que debemos esforzarnos y ejercer acciones orientadas a ser diferentes a los demás.

Durante la semana he tenido ciertas situaciones que han sido difíciles de asimilar para mí, quizá la que más me hizo pensar fue una referente a un proveedor de servicios que durante unos 15 años fue un excelente proveedor de servicios como persona hacia nuestras compañías, y es lamentable escuchar que “la luz” que proyectaba no era tan transparente, ya que fuimos convocados a una reunión en nuestras oficinas por el presidente de esta compañía y comenzó a sacar resultados de auditorías internas, y mi sorpresa tristemente era conocer que aquella persona a quien admiraba y respetaba profesionalmente, había sido una persona que había robado a su empresa miles de dólares, había maltratado a sus empleados y hasta les había robado parte del sueldo a ellos. Me decía dentro de mí, ¿cómo es posible que esta persona pudo llegar a este punto en su vida? Él tenía un buen trabajo, y esto lo comenté dentro de mí sin ánimo de juzgarle, sino que no podía creerlo, estaba en shock y con tristeza por alguien que apreciaba.

Recuerdo de igual manera, hace muchos años el presidente de una corporación de seguros muy grande en el país y en Centro America quién solía ser una persona muy cercana a nuestra casa, fue despedido luego de laborar más de 30-40 años en dicha industria. Este fue un punto de inflexión con nuestros conocidos porque a raíz de este suceso, se alejaron de nosotros, ya que un pariente nuestro trabajaba para dicha corporación y nos comentó que la razón del despido es que estuvo desfalcando durante muchos años a la compañía con millones de dólares y que no fue a la cárcel por un arreglo interno para que no saliera a luz pública los resultados reales de la compañía a fin de no llevarla a la quiebra, sin embargo, era triste saber que habían hecho desfalcos y había construido un cuarto para encuentros sexuales dentro de la compañía que descubrieron una vez él salió de esta empresa.

Todo esto me hizo recordar las palabras sabias de Rav Shaul quien dijo en 1 Corintios 10:12 “El que piensa estar firme, mire que no caiga”. Creo que exactamente es el problema que todos podemos enfrentar en la vida, y es que lleguemos a creer que llegar a la Tierra Prometida es el fin, cuando sólo es el inicio de la jornada. Si lo vemos en términos prácticos, “oh, he conocido el judaísmo bíblico, ya lo logré”…. ¡No! Es sólo el inicio de nuestra jornada. Por ello el Eterno les dice que cuando entren, la posean, la habiten y comiencen a disfrutar de ella, y es en este momento cuando más firme deben estar las Palabras de la Torá en cada persona, porque será más sutil y fácil caer en engaños.

En ambos casos que he mencionado, fueron dos personas aparentemente muy bendecidas, habían obtenido éxito profesional, éxito familiar, dinero, posición social y económica, poder, influencia, y brillaban más que nunca, pero su brillo sólo fue vanidad, no esencia. Honestamente, tenían mi respeto y admiración, pero terminaron generándome tristeza.

Si leemos detenidamente nuestra porción, vemos cómo la acción del esfuerzo está implícita, en el verso 26:1 “Y cuando hubieres entrado (esfuerzo personal) en la tierra que el Eterno, tu Dios, te da por herencia, y la poseyeres (esfuerzo personal) y habitares (esfuerzo personal) en ella”, 26:2 “tomarás(esfuerzo personal) de las primicias de todos los frutos del suelo, que recogieres (esfuerzo personal) de la tierra que el Eterno, tu Dios, te da; y las pondrás (esfuerzo personal) en un canasto, e irás (esfuerzo personal) al lugar que escogiere el Eterno, tu Dios, para hacer habitar allí su nombre. 26:3 “y te llegarás (esfuerzo personal) al (sumo) sacerdote que hubiere en aquellos días, y le dirás (esfuerzo personal): Yo declaro (esfuerzo personal) hoy al Eterno, tu Dios, (y le manifiesto mi gratitud) (esfuerzo personal) porque he entrado en la tierra que juró el Eterno a nuestros padres que nos daría”. Estos verbos de acción de esfuerzo personal continuamente los vemos reflejados en cada pasaje con ejemplos como: “hablarás en voz alta” (v. 5), “traigo las primicias, te prosternarás delante del Eterno tu Dios” (v. 10), “te regocijarás” (v.11), “darás” (v. 12), “no comí y he hecho según has ordenado” (V.14), y así sucesivamente, todos usando verbos que implican esfuerzo.

Al leer la porción de la Haftará encontré también este esfuerzo implícito cuando dice en Isaías 60:1 “Levántate y resplandece”. Hay un dicho local que dice: “A Dios rogando, pero con el mazo dando”. ¡Cuánta gente hoy en día quiere obtener resultados sin hacer un ápice de esfuerzo! Tenemos la opción de no hacer (desobedecer) o dejar de hacer (inacción) lo cual se convertirá en una maldición que es una tendencia más moderna hoy en día, la gente piensa que “no hacer, no esforzase o pasarla al suave o ser neutro” es el camino, sin embargo, es como que el Eterno nos dijera: Te di pies, para que camines; te di ojos, para que veas; te regale dos oídos para que escuches; te di manos para que construyas y hagas; te di boca para que hables”, nos ha dado el cuerpo para cumplir sus mandamientos. Lamentablemente, la sociedad está en el nivel que Moshé expresó en el 29:3 a Israel después de 40 años de estar acompañado de la Presencia Divina: “…. pero hasta el día de hoy no os ha dado el Eterno corazón que entienda, ni ojos que vean, ni oídos que oigan.”

La palabra hebrea ברך barakh es bendecir, y este es un estado por sobre un verbo o un sustantivo, en un estado en donde existe bienestar y se encuentra uno bajo la protección Divina y sobre su favor. La palabra maldición אָרַר “arar” es totalmente lo opuesto, es vivir sin el favor y sin la protección Divina, aunque aparentemente se refleje lo contrario. Es interesante la descripción de algunos estudiosos para esta palabra usada en esta porción, cuando la traducen como “atrapar y atar”. Esta connotación me encantó mucho, porque ellos quedan “atados al mundo físico, atrapados en sus vanidades” aunque nos engañen a los demás.

Del esfuerzo, hay que añadir valentía, coraje. Muchas veces hacer el esfuerzo implica pasar vergüenzas, o no ser tomado en consideración por los demás, porque implica comportarse y ser diferente. Tal vez no añada popularidad, especialmente a los jóvenes, pero hay que mantenerse. El esfuerzo asimismo, nace del interior, porque las acciones exteriores (abstención, control, etc.) sólo son producto de controlar el ser interno, dice Mishlei 23:7 “Porque cual es su pensamiento en su corazón, tal es él.” Si a nuestros pensamientos no añadimos un esfuerzo (acción deliberada), tampoco tendremos frutos, tendremos frustraciones.

Luego de extenderme un poco en el esfuerzo, las bendiciones y maldiciones, quisiera añadir algo que leí esta semana sobre la palabra “oneg” עונג, placer, y la palabra “nega” נֶגַע plaga, dicen los sabios: “En la palabra óneg la áyin ע está a la derecha; en “plaga” (nega), a la izquierda. El hombre tiene el poder, dicen los jajamim, de convertir óneg en nega con sólo permutar la áyin, es decir, tienen la libertad de elegir entre el bien y el mal. Por otra parte, la derecha, la diestra simboliza la acción y la fuerza, mientras que la izquierda simboliza la debilidad. El hombre tiene el poder de la transformación; puede fenecer ante la materia o luchar y triunfar por el espíritu. Puede elegir entre el bien y el mal, y está en sus manos transformar el sufrimiento en felicidad, en óneg. Según la Toráh no basta liberarse del mal, hay que transformarlo en bien; las inmensas aptitudes que el hombre posee deben estar al servicio de Dios. Si obedece a la voz del Eterno, vendrán sobre él bendiciones (vers. l-2); de lo contrario, tendrá que soportar las kelalot (maldiciones) escritas en esta perashá (vers. 15-68)” referencia al capítulo 28 de Devarim.

Durante el mes de Elul, leemos tradicionalmente el capítulo 27 de Tehilim todos los días, “De David- El Señor es mi luz y mi salvación ¿de quién temeré? Di-s es el Vigor de mi vida ¿de quién me he de asustar?” Cuando vivimos en su Luz, esforzándonos en cumplir sin temer consecuencias de ejecutar las acciones correctas, entonces viviremos en un estado de felicidad, en un estado de bendición.

Mi oración para este Shabbat es que nos esforcemos por vivir los mandamientos, así seremos luz, resplandeceremos la Luz del Eterno, viviremos seguramente en paz, y pasaremos de negá a un estado de onég. Los animo a seguir este consejo de las escrituras dicho por el profeta Azarías: “Pero ustedes, ¡manténganse firmes y no bajen la guardia, porque sus obras serán recompensadas!” (2 Crónicas 15:7).

Shabbat Shalom

Sr. Mauricio Quintero