“Transformando lo cotidiano, en extraordinario”.
Nuestra porción de esta semana, Tzav, significa: “ordenar o mandar”. Me parece que el nombre corresponde a un desafío que va más allá de la lógica natural humana, porque nos pide hacer ciertas actividades que no pueden ejecutarse en un corazón con soberbia, apático o desafiante. Veamos.
Primero, ¿qué sentido tendría ofrecer a Dios de lo que es suyo? Dios creó el mundo y todo lo que está en él según lo expresa Tehilim 24:11. Así que, ¿qué sentido tiene llevarle un animal al que Él le otorgó aliento de vida para “sacrificarlo” delante de Él? O ¿qué sentido tiene ofrecer ofrendas de harina, un material inerte como si Dios se saciara de hogazas? A simple vista, las otras religiones creadas por los hombres ofrecían seres vivos para apaciguar a sus dioses, y en algunos casos incluso ofrecían a sus hijos o se inmolaban en nombre de estos dioses. ¿cuál era la diferencia? Bueno, creo que la diferencia marcada está en la intención. Dios estableció un sistema ordenado de rituales enfocados a eliminar una cultura religiosa impuesta en Egipto, en la cual, el hombre no podía acercarse a Dios, sólo las castas religiosas. Sus dioses no tenían tiempo para los simples mortales, y la manera de relacionarme con lo divino era a través de apaciguar deseos a través de los sentidos naturales expresados en la sexualidad, autoflagelación, crueldad hacia los animales o derramamiento de sangre.
En cambio, Dios trae una revolución innovadora, diciéndole al hombre, “Yo te cree, para que te relaciones conmigo, y relacionándote conmigo alcances tu máxima plenitud de vida”. Es por ello, que los rituales enseñados en la Torá, tienen como objeto que un hombre se acerque (korbán) al Eterno, pueda llegar a ser mejor versión de él mismo. ¿Cómo puedo ser mejor? Básicamente es a través del deseo del hombre de acercarse a la Divinidad, ya que Dios siempre está cerca, y acercarnos a Él sin ningún motivo especifico expresado en el Korban Olah (elevación) o en un Minjá (ofrenda vegetal), o a través de buscar la paz o fomentar la paz en el Korban Shelamin, o para librarnos de los errores presentes o pasados expresados en el Korban Jatah, o librarnos de la culpa expresados en el Korban Asham. No importa cuál sea la razón, lo importante es acercarnos a Dios. Ahora comprendo de mejor manera lo escrito por el escritor de la carta a los Hebreos en el capítulo 4:16, cuando dice: “Por tanto, acerquémonos con confianza al trono de la gracia para que recibamos misericordia, y hallemos gracia para la ayuda oportuna.” ¿saben cuál es el problema hoy en día de las personas? Nadie quiere acercarse. Y parece ser una expresión que capta el profeta Isaías en el capítulo 55: 6-8 cuando escribe: “Buscad a Adonai mientras puede ser hallado, llamadle en tanto que está cercano. Deje el impío su camino, y el hombre inicuo sus pensamientos, y vuélvase a Adonai, el cual tendrá de él misericordia, y al Dios nuestro, el cual será amplio en perdonar. Porque mis pensamientos no son vuestros pensamientos, ni vuestros caminos mis caminos, dijo Adonai.” Si pensamos bien, ¿cuándo deja Dios de estar cercano y de ser hallado? Nunca. Él contiene todo, nosotros somos los que con nuestras acciones generamos una atmosfera tal, que dejamos de verlo, pero Él está cerca siempre.
¿Por qué no lo buscamos entonces? Porque no nos queremos acercar. ¿Por qué no queremos acercarnos? Porque acercarse implica ciertas condiciones que leemos descritas en nuestra porción la cual llevan a nuestro segundo punto.
Los sacerdotes para acercarse al servicio Divino, debían vestirse con honra, y hacer ciertos trabajos que parecen inútiles en actividad cotidiana, pero la obediencia y hacerlo con la intención adecuada, se convertía en una acción que elevaba al sacerdote, y a su vez era una acción agradable ante Hashem. Leemos en Vayikrá 6:3-4 “Y el sacerdote se vestirá su túnica de lino, y también calzones de lino vestirá sobre su carne. Y separará la ceniza a que fue reducido por el fuego el holocausto que estaba sobre el altar, y la pondrá junto al altar. Y se quitará sus ropas y se pondrá otras ropas, y sacará la ceniza fuera del campamento, a un lugar puro.”. ¿Puedes imaginarte vestirme de blanco para ensuciarme con el desperdicio de la gente? ¿Te vestirías de ropas finas blancas para limpiar tu basurero? Me parece que el mensaje es muy simple, como dice el rabino Moshé Cordovero, esto es equivalente a emular el corazón de Dios. Cuando sacamos la basura, nuestra casa es más limpia. Lo mismo hace el Eterno, haciendo que vivir en su casa sea más agradable y placentero. Podemos sacar la “basura” por agradecimiento, o podemos pensar que tal y como Dios limpia nuestra basura (transgresiones y sus consecuencias), al hacer esta tarea de retirar este material “inútil”, imitamos el atributo de bondad de Dios. En resumen, este simple acto de remover las cenizas es como transformar una acción mundana en una bendición, un mundo físico en un mundo espiritual. Para llegar a este entendimiento, debemos servir a Dios con alegría. ¿cómo podemos elevar sacar basura de este mundo para elevarla y convertirla en una bendición a nuestro alrededor? ¿qué actividades consideramos son basura y podemos convertirla en un servicio que eleve el Nombre Divino?
Posteriormente, aprendemos otra mitzva, dice el 6:5-6 “Y el fuego que está sobre el altar se conservará encendido; no se apagará, sino que el sacerdote quemará leña sobre él todas las mañanas y pondrá en orden sobre él el holocausto, y hará consumir sobre él los sebos de los sacrificios de paces. Fuego perpetuo ha de arder sobre el altar; no se apagará.” Si bien es cierto, esto era cumplido por razones obvias, que constantemente ardían ofrendas y era necesario seguir poniendo leña al altar para que la llama, fuego y calor no baje, tiene un significado más profundo. Por una parte ¿qué es el fuego? El fuego representa según indica el Rab Noson Weiss la fuerza motora que hay en el hombre. Es aquella energía que nos permite movernos y funcionar. Además, el fuego es un elemento que es visible físicamente para revelar el fuego sagrado de Dios, y el fuego tiene la capacidad de convertir elementos físicos en humo, el cual era un olor agradable para Dios. Entonces, cuando servimos poniendo esta leña que es un trabajo arduo, no agradable al sacerdote, porque implica esfuerzo físico y una exposición al calor, elevamos una tarea incómoda en algo sagrado. Me pongo a pensar, ¿cómo puedo elevarme a través del consumo de mi energía diaria? ¿cómo puedo convertir esta fuerza motora en algo con un propósito más fuerte?
Lo veo simple, cuando preparo una charla para los martes, implica un “desgaste físico (consumo) de energía”, o cuando ayudo a mis padres (físico, tiempo, escucharlos, etc.) implica un consumo de igual manera de energía; todas estas actividades equivalen a colocar leña al fuego. Luego, el fuego también requiere de aire (ruaj), el cual se expresan a través de los pensamientos. Cuando intentamos unirnos al Infinito esta acción transfieren mensajes a nuestro cerebro en forma de pensamientos, y alimentan el fuego Divino. Ahora bien, el fuego viene del Cielo. Vemos cómo en Devarim 4:24 dice “Porque Jehová tu Dios es a fuego consumidor”. El fuego viene del Cielo, no viene de cosas físicas o que sean nuestras, lo vemos claramente cuando Elías coloca agua en su ofrenda frente a los sacerdotes paganos, y Dios consume todo en el altar (1 reyes 18:21-45). También lo vemos en Vayikrá 9:24 cuando dice que salió de la Presencia de Dios un fuego que consumió todo lo que estaba en el altar para la inauguración el servicio en el Mishkán. Pero lo que más me encanta de esta imagen, es que el fuego también consume la grasa, la gordura, es decir, nuestro ego, nuestro Yo, la soberbia, el orgullo.
Finalmente, me gustaría enfatizar que, aparte de los cohanim, todas las ofrendas mencionadas aquí se aplican a todas las personas, incluidos los líderes. Esto me encanta, porque hoy en día, a los líderes les falta humildad para presentarse delante de Dios como un ser humano, porque no se entiende que cumplen un rol, no que ellos sean especiales. Dice el Kohelet 7:20 “Ciertamente no hay hombre justo en la tierra que haga el bien y nunca peque.”, todos cometemos errores y faltas, es nuestra naturaleza, pero no importa nuestro estatus social, económico o intelectual, es cómo respondemos. ¿nos acercamos confiadamente? O ¿nos alejamos, huimos o escondemos como Adán y Eva? ¿cómo Caín?
En el 6:2 leemos “hi ha’olah al mokedah al-hamizbe’aj kol-halaylah ad-haboker; el holocausto estará quemándose sobre el altar toda la noche hasta la mañana” La palabra Mokedah (llama o pira), en la Torá está escrita con una mem más pequeña (מוֹקְדָה) y según el Rebe de Kotz, quiere decir de que el fuego de Dios debe arder por dentro del ser humano, pero este debe ser minimizado con la intención de evitar arrogancia y orgullo hacia afuera, es decir, es un fuego interno, que nos permita mantener nuestra humildad y cuando entendemos lo pequeños que somos podemos alcanzar la grandeza, es decir, Tzav es un llamado para ser humildes, porque solo los humildes los atiende Dios como leemos en Tehilim 138:6.
Mi petición es que nuestras acciones de obediencia vayan más allá de nuestra capacidad de razonar, que en cada acción ejecutada tengamos humildad, a fin de transformar cada acción física en elementos que eleven el Nombre Divino.
Shabbat Shalom Mauricio Quintero