¿Qué tipo de persona soy?
¡Nosotros haremos todo cuanto ha dicho el Eterno, y escucharemos! (Shemot 24:7).
A simple vista, parece ser que el orden de esta expresión central del judaísmo “na’aseh venishma” va en contra de una lógica de pensamiento, puesto que uno ejecuta lo que escucha, no ejecuta sin saber qué se hará.
¿Es acaso que esta expresión se refiere a una fe ciega? ¿o intenta que actuemos de manera impulsiva? ¿es actuar sin pensar? ¿es doblegar nuestra voluntad a lo desconocido? Me parece que no, porque Israel vio el poder del Eterno revelado previamente, y sobre esto hicieron dicha declaración, demostrando total confianza, que si algo venía del Eterno, sería para su bien, por ello harían y luego escucharían.
Hoy en día, el mundo moderno basado en el pensamiento de la lógica griega y romana nos enseña que primero debemos de conocer para luego ejecutar, y que sólo unos pocos tienen acceso a este cúmulo de conocimiento que nos hace “útiles” en la sociedad, aumentando así la capacidad de ejercer un conocimiento aplicado. ¡Cuánto genios hoy en día que pueden generar un conocimiento vasto no pueden sobrevivir un día porque no saben ni siquiera hacerse una leche o un huevo! ¿para qué tanto conocimiento si no hay sabiduría?
Mientras pensaba en la porción de esta semana, Vayakel וַיַּקְהֵל, “e hizo reunir”, parece que estos principios declarados previamente en Shemot 24 se estaban volviendo en una realidad.
Quisiera retomar una idea del rabino Yitzhak Kook, quién dice parafraseando su comentario, que todos nacemos con un conocimiento innato, un conocimiento no aprendido, sino que existe un conocimiento instintivo, por ejemplo, esto lo vemos en las arañas, ¿quién les enseño a tejer? O en las abejas, ¿quién les enseñó geometría para construir su colmena? “este talento natural está representado por la palabra Na’aseh”, sin embargo, cuando se le agrega al conocimiento nato “estudio” para perfeccionar talento, es entonces que actúa la palabra “Nishma”.
Siguiendo esta idea, en un Mashal que cuenta Yeshua en Mateo 21:28-32, dice que en cierto campo hay dos hijos de un mismo padre, y su padre se dirige a ellos diciendo: “Hijo, ve a trabajar hoy en el viñedo”, sin embargo, el hijo mayor le dijo: “No quiero”, pero luego hace teshuvá y fue. Más adelante, le dice a su segundo hijo lo mismo, y este le contesta: “Sí, señor”; pero no fue. Al final Yeshúa pregunta a quienes estaban reunidos: “¿Cuál de los dos hizo lo que su padre quería?” a lo que todos responden, el primero. Parece ser, que, aunque no fue correcta la respuesta del hijo primero, su acción fue meritoria, y demostró su Teshuvá.
Por otra parte, dice Yaakov, hermano de Yeshúa, en su epístola en el capitulo1:22-25 lo siguiente: “No se contenten solo con oír la palabra, pues así se engañan ustedes mismos. Llévenla a la práctica. El que escucha la palabra, pero no la pone en práctica, es como el que se mira el rostro en un espejo y después de mirarse, se va y se olvida enseguida de cómo es. Pero quien se fija atentamente en la Torá Hashleimah (Torá íntegra), la Torá Hajerut (La Torá que liberta) y persevera en ella, no olvidando lo que ha oído, sino siendo un shomer mitzvot (guardador de los mandamientos), recibirá bendición al practicarla.”
Yaakov al parecer ha visualizado de que existen personas como decía nuestro RANEBI, con un mar de conocimiento, pero con poca profundidad en la práctica de este conocimiento en la vida diaria.
Parece que los últimos capítulos de Shemot son redundantes porque continuamente habla sobre el Mishkan y la descripción de materiales, y de cómo debía ser construido, pero sobre este tema quiero desarrollarme.
Existen dos conceptos claves al final de Shemot, uno es instrucción y otro es construcción o ejecución de la instrucción. Leemos del capítulo 25 la instrucción para construir el arca, la mesa, las contribuciones, la menorá. En el 26, la orden de construir el tabernáculo; en el 27 el altar de sacrificio y acerca de la lámpara, capítulo 28 sobre las vestiduras sacerdotales, en el 29 sobre el ritual de ordenación de sacerdotes. El capítulo 30 sobre el altar del incienso, el incienso, aceite de la unción, la fuente y finaliza el 31 sobre los artesanos, y sobre la importancia del Shabbat.
A partir del 35 vamos viendo cómo aquellas instrucciones se convirtieron en realidad, no por el dedo de Dios, sino por la UNIDAD del pueblo, en hacer un esfuerzo nacional para convertir las instrucciones en REALIDAD.
Existían varias excusas que fueron “conquistadas” para convertir la instrucción en realidad, y las vemos en esta porción. Primero, ¿quiénes serían los artistas consumados que harían la obra? En Egipto habían sido esclavos, por lo que la capacidad de trabajar con oro y plata, con materiales finos y sobre todo tener un gusto refinado para plasmar belleza en ellos, sería prácticamente imposible para unos esclavos, Los esclavos no tenían acceso al arte, no tenían acceso al oro o materiales finos, ni mucho menos educación. Es acá cuando vemos el primer “milagro”, Dios puso su Naaseh en dos hombres, Betzalel y Aholiav, quienes desarrollaron luego su Nishma. Ellos tenían este conocimiento innato (espíritu sabio para toda obra 35:31), pero se esforzaron mucho. También vemos cómo era importante la unión de los dos, según el Midrash Bamidbar Rabba 15, dice que Betzalel descendía de una familia aristocrática de Judá, hijo de Uri, hijo de Miriam. Luego, Aholiav descendía de una familia menos pudiente, de hecho, desciende de una de las concubinas de Yaakov, Bilha (madre de Dan), sin embargo, la Torá resalta a los dos a un mismo nivel, es decir, se necesita de todos los niveles sociales para construir el Mishkán. De igual manera, se dice que Betzalel representa el “lado derecho” (bondad, benevolencia- Judah-) y que Aholiav representa al lado izquierdo (severidad, rigor -Dan, juicio-). En este sentido, estos artesanos no sólo construyeron el lado físico del Mishkán, sino también su plano espiritual. Es en la unidad de ambos lados que se forja algo bello, la conexión con Dios. Ellos fueron dotados de un don nato para embellecer el Mishkán, y también para esparcir este talento a otros.
La segunda excusa que veo es que esta porción está en medio del error cometido en adorar a un dios inventado, el becerro de oro. De esto aprendemos, que Dios es el Dios de comenzar de nuevo, y que sus misericordias son nuevas cada mañana. No importa los errores cometidos en el pasado, no deben de ser la excusa de la culpa, suficiente razón para desistir actuar. He conocido a muchas personas que por fallar desisten, no sólo en temas espirituales, sino también en emprendimientos. ¿sabes por ejemplo que desarrollar la vacuna contra la poliomielitis le tomó 13 años de prueba y error al científico judío Jonas Salk? ¿qué hubiese pasado si a la primera prueba fallida deja de intentar conseguir una vacuna? Seguramente, muchos niños hubieran muerto o quedarían con secuelas físicas en sus cuerpos. ¿Qué tal si Israel decide no levantarse luego de todos los errores que se cometieron en el desierto? Seguramente hoy adoraríamos a otros dioses y no existiríamos. Por lo tanto, si se ha interpuesto un becerro de oro en el camino, lo mejor es levantarse y hacer teshuvá. El error fue físico, y físicamente se reparó, se donó oro para cometerlo, luego se trajeron ofrendas voluntarias hasta que fue suficiente (36:7). El error espiritual, se repara luego con el servicio a Dios.
Por último, es no quedarse en el conocimiento, sino ponerlo en práctica. Ponerlo en práctica implica esfuerzo, implica disciplina, ir en contra de mi voluntad. Comienza por poner en el 35:2 en práctica el Shabbat. Luego iniciar la obra que leemos del capítulo 36 en adelante con verbos de acción: unió, hizo, cubrió, labró, entre otros. La instrucción podemos conocerla, pero si no se lleva a práctica es una obra muerta. Cuando hay movimiento, es signo de que hay vida. Hoy en día, podemos conocer de Torá, de gematría, de historia, de hebreo, de teología y de halaja, pero si no ponemos en práctica las 10 palabras, vendremos a ser como las cisternas agrietadas que no retienen agua como describió Jeremías en el capítulo 2. Así que, ¿hasta cuándo has de dormir? ¿Cuándo te levantarás de tu sueño? (Mishlei 2:9).
¿Qué tipo de comunidad seremos? ¿personas que actuamos? ¿personas que pondremos excusas? Seamos el pueblo que “hace y escucha”.
Shabbat Shalom
Mauricio Quintero